Después de las goteras del Ágora, la inundación del Palau de les Arts, el trencadís en caída libre del coliseo operístico y los extraordinarios sobrecostes del conjunto de su gran obra valenciana, el arquitecto Santiago Calatrava ha dado su versión sobre los asuntos más polémicos de sus construcciones en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Lo ha hecho a través de un informe pericial que fundamenta la demanda que el artista ha interpuesto contra Esquerra Unida por lo que considera una vulneración de su derecho al honor a través de la web Calatravatelaclava.com. En ese documento, conocido ayer, Calatrava se desmarca de los defectos arquitectónicos de sus obras y los achaca a factores externos, entre ellos a decisiones del Consell. Afirma que la inundación del Palau de les Arts de 2007 fue provocada por la construcción provisional de «un montículo artificial en uno de los extremos para acoger la visita del papa» un año antes. También asegura que la falta de cubierta del Ágora es «la razón por la que existen filtraciones de agua». «Es un edificio inacabado», precisa. Además, reconoce que las escaleras del Museo Príncipe Felipe fueron «un añadido» para cumplir con las legislación contra incendios. Nada replica sobre el polémico cambio de rasante del puente de l'Assut de l'Or, donde ya se han producido varios accidentes mortales.

Calatrava no sólo se desmarca de las pifias arquitectónicas. También se exime de culpa por los sobrecostes denunciados por Esquerra Unida con un argumento fácil de resumir: el aumento del coste se debe, principalmente, a que el proyecto fue creciendo con respecto a la idea original. Él simplemente se amoldaba a lo que iba pidiendo la parte que encargaba y pagaba los trabajos. Literalmente dice: «Tanto la Ciudad de las Artes y las Ciencias en su conjunto, como los edificios tomados individualmente, fueron evolucionando a lo largo de los 20 años de proyecto y obra a requerimiento de la propiedad [es decir, la Generalitat] hasta el punto de que nada tiene que ver el complejo artístico y urbanístico ejecutado con el que originariamente fue ideado. Este perito considera que éste es el motivo principal al incremento de coste existente respecto a las estimaciones iniciales».

El informe pericial de Calatrava recurre a la Wikipedia para definir la palabra «sobrecosto» que le achaca EU y afirma que «es obvio que en una obra de estas dimensiones, con constantes cambios, pudieron existir indefiniciones que se resolverían como es habitual en la construcción por la dirección facultativa». Pero, acto seguido, añade con un subrayado revelador: «No consta, sin embargo, reclamación alguna por parte de la propiedad (Cacsa) o entidad oficial en este sentido». Es decir: la Generalitat nunca protestó por los sobrecostes. Nada dice, en cambio, de las repetidas advertencias de la Sindicatura de Comptes sobre el encarecimiento del proyecto.

Más motivos que encarecieron

Por si cupieran dudas de quién es el responsable de las cuentas, el informe es aún más explícito y añade que «durante la ejecución de las obras de la Ciudad de las Artes, las autoridades tomaron varias decisiones por motivos distintos a los puramente económicos y que tendrán repercusión en el coste final del complejo». «Hubo que acelerar o paralizar obras por motivos distintos al de la normal marcha de una obra de construcción, con el sobrecoste para la obra que ello conlleva. Fue el caso del Ágora, donde las obras debieron paralizarse para la realización de eventos», apostilla el informe. También alude al «incremento a nivel mundial del precio del acero» en el Ágora y a la Norma Básica de la Edificación que obligó a readaptar el Museu de les Ciències.

En cuanto al sobrecoste de cada edificio, añade el perito de Calatrava, «queda probado que fueron muchas las circunstancias que influyeron en estos incrementos, no pudiendo achacársele la responsabilidad de estos "sobrecostes" al arquitecto».