Fueron los médicos de la Junta Facultativa del entonces hospital José Antonio Anselmo Villar, Pepe Esquerdo, Antonio Ganau y José Mayans quienes decidieron a principios de los 80 cambiar el nombre del centro, que había nacido a mitad de camino entre clínica privada y hotel por su proximidad con la Feria de Muestras, y darle el del famoso teólogo y médico de reyes y papas, Arnau de Vilanova.

El primer propietario del hospital fue la entidad privada Sagrada Familia que lo traspasó al antiguo INSS «18 de julio», posteriormente a la SS y en 1988 se transfirió con las competencias autonómicas a la Generalitat, según recuerda el jefe de servicio de Hematología y primer director «rojo» que impulsó la modernización del hospital en 1981, José Mayans.

La noticia que ayer dio a conocer el presidente Fabra de que el hospital desaparecerá de su emplazamiento actual y se trasladará con edificio nuevo, tras derribar los pabellones de la antigua ciudad sanitaria La Fe, al solar de uso sanitario de la avenida de Campanar consternó a empleados, taxistas que circulan por el entorno, quiosqueros y vendedor de iguales que no apoyan la iniciativa de que el Ejecutivo autonómico inaugure en 2018 el nuevo hospital tras invertir 65 millones.

De las 292 camas que hay en la actualidad distribuidas en once plantas se pasará a un hospital con 490 para atender a 325.000 personas de 53 municipios. El nuevo centro hospitalario sí contará con dos de las especialidades reivindicadas históricamente por los especialista del Arnau: Pediatría y Obstetricia.

El centro que se va a desmantelar cuenta con 12 quirófanos, 23 consultas externas y seis camas de UCI.

Paco, el qiosquero del hospital que desde hace 20 años vende ejemplares de Levante-EMV no es partidario ni del derribo del viejo ni de la construcción del nuevo. «Los rumores de que desaparecerá los llevo escuchando desde hace quince años, como que lo habían vendido a unos grandes almacenes que era el que pagaba las nóminas», agrega Paco que apunta que lo primero que tendría que hacer el Ejecutivo de Fabra sería «acabar la nueva Fe». En urgencias, un administrativa levanta los hombros y responde: «¡Yo con tal de tener mi puesto de trabajo!». Su compañera, más incrédula dice: «No me lo creo, esto huele a elecciones, es una tontería». Otro sanitario es partidario de permanecer en el hospital, «podríamos aguantar aquí, acabar la obra de Pediatría porque si estamos tan mal de gastos, que miren más porque la gente se tiene que ir al extranjero a trabajar».

Un conductor de ambulancia comenta: «¿Que van a hacer un hospital nuevo en la antigua Fe? ¿Están locos? Eso es una barbaridad, lo dicen para dar vaselina a las asociaciones de Benicalap y Campanar que lo piden». «Nada de nada agrega todo es humo electoral». Carlos, de otra ambulancia dice que dos años antes de que la Fe vieja se trasladara reformaron las urgencias antiguas, «pero supongo que ya sabían que se iban a ir, se gastaron un pastón y ¿para qué?, con esto te lo digo todo ». Ángel que vende iguales desde hace 26 años no es partidario: «me parece muy mal porque lo que yo veo es que cada vez crece más, aquí hay un edificio nuevo de biopsias».

La operación permitiría a la Generalitat vender el solar del Arnau. Todo son sospechas y especulaciones.