Año 2050: menos de un 10 % de la población valenciana habla en la lengua de Ausiàs March. Ocho de cada diez, en cambio, son castellanohablantes. Entre ambas orillas lingüísticas, el porcentaje de bilingües en el uso cotidiano es de apenas un 11 %. El panorama descrito no es ciencia ficción. Es sólo ciencia. En concreto, ciencia física y matemática, la que ha servido a Clara Miralles para realizar un estudio titulado Models dinàmics de competició entre llengües como colofón curricular a su Grado de Física.

Miralles, física de pura cepa alejada de la sociolingüística, aceptó el envite de su tutor Manel Perucho, profesor de Astrofísica en la Universitat de València, y ha abordado el futuro de la lengua del Tirant lo Blanc desde una óptica novedosa para el valenciano: la aplicación de modelos matemáticos desarrollados recientemente el modelo de Abrams-Strogatz y el modelo de Mira-Paredes que describen, a través de ecuaciones diferenciales, la feroz competencia entre distintas lenguas en un mismo territorio y el futuro que aguarda a cada una de ellas.

Los datos utilizados proceden de las encuestas sobre uso social de la lengua realizadas entre 1989 y 2010 por la Generalitat a través del Servici d'Investigació i Estudis Sociolingüístics (SIES) y de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). Es decir: se trata de un estudio despojado de pasiones y circunscrito a los datos oficiales que se extrapolan con modelos matemáticos para, en palabras de Clara Miralles, «predecir situaciones de futuro a las que se puede llegar si no se cambian los patrones vigentes y se adoptan medidas políticas y sociales adecuadas para reconducir la situación».

Y los resultados son los siguientes: la población valencianohablante en su día a día, que en 1989 era del 37 % y que ha ido cayendo hasta el 23 % en 2010 según los datos del Servici d'Investigació i Estudis Sociolingüístics, caerá en picado en los próximos lustros. Según los resultados de los modelos matemáticos, hacia el año 2030 el porcentaje de valencianohablantes rondará el 15 %. Veinte años más tarde bajará ya del 10 %.

Tras decenas de ecuaciones, fórmulas matemáticas y cálculos que inundan el estudio algo poco habitual en trabajos lingüísticos, el modelo matemático de Mila-Paredes subraya que los cambios deben entenderse más como un proceso de renovación de la población, o que los hablantes se conviertan en bilingües, que como un proceso en el que los individuos cambian de una lengua a otra diferente.

El modelo estudiado constituye una proyección en el tiempo teniendo en cuenta la serie histórica de datos siempre y cuando la tendencia se mantenga sin correctores ni cambios respecto al estatus de cada lengua, las variaciones sujetas a los movimientos migratorios, las políticas lingüísticas de las instituciones o la presencia curricular en las aulas. El modelo físico predice que una de las dos lenguas acabará desapareciendo del uso social. En este caso, sería el valenciano.