Valencia no es la única ciudad que asegura estar en posesion del santo grial, la copa que supuestamente utilizó Jesús en la última cena. Otras ciudades como Génova o León, le disputan al «cap i casal» el reconocimiento, sin embargo, el Vaticano se decanta por la reliquia de Valencia, como así lo indica que dos papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI) hayan oficiado misa con el santo cáliz en sus visitas a Valencia y la concesión del Año Santo Jubilar.

La investigación de la profesora de historia medieval de la Universidad de León Margarita Torres, y de José Miguel Ortega recogida en el libro «Los reyes del grial» hizo peligrar la primacía del cáliz valenciano.

Estos investigadores mantienen que el santo cáliz de Valencia no es el de Cristo sino el conocido como «cáliz de San Pedro» que se veneraba en la templo del Santo Sión de Jerusalén. Los investigadores creen que el cáliz verdadero es el de la basílica de San Isidoro de León y aportan como documentación pergaminos egipcios del siglo XI que narran que la reliquia, que los musulmanes habrían robado del templo del Santo Sepulcro, fue enviada en 1054 por el califa de Egipto al emir de Denia, en pago por la ayuda enviada por este durante una hambruna.

La tradición cuenta que en el siglo III el Papa envió el santo cáliz a Huesca, la tierra natal de su diacono, San Lorenzo, para ponerlo a salvo. El cáliz permaneció oculto en varias iglesias de los Pirineos hasta que en el siglo XIV viajó a Valencia donde el rey Alfonso el Magnánimo la entregó al cabildo a cambio de financiación para la guerra.