Es muy peligroso el mensaje que se está lanzando desde la izquierda de que poco más que estamos ante un golpe de Estado perpetrado por la derecha y la ultraderecha, apoyado por la judicatura y los medios de comunicación. La culpa de todo esto parece tenerla la oposición y no el Gobierno.

El hecho de que Begoña Gómez sea investigada por un presunto delito de tráfico de influencias por razón de su condición familiar al mediar en empresas privadas que han recibido dinero público, algo que en cualquier caso debe ser investigado y sobre el que no se han dado las explicaciones oportunas es utilizado por la prensa afín como un caso de persecución política contra Pedro Sánchez. Son los mismos que por unos hechos similares cuando afectan a otros dirigentes políticos, como Isabel Díaz- Ayuso reclaman total transparencia y comisiones de investigación.

¿No ha habido persecución política contra la presidenta de la Comunidad de Madrid cuando se conoció el fraude fiscal que había cometido su pareja? El propio presidente del Gobierno pidió la dimisión de Isabel Díaz- Ayuso por un asunto que no le afectaba a ella personalmente sino a su novio. También por el caso de su hermano por el cobro de comisiones en la compra de material sanitario durante la pandemia que finalmente fue archivado por la fiscalía anticorrupción y que todavía sigue coleando.

Hay un refrán que dice quien siembra vientos, recoge tempestades.

Algunos más jóvenes que yo, ya no recuerdan la persecución política y mediática que sufrieron presidentes del Gobierno como Adolfo Suárez por parte de una despiadada oposición socialista de Felipe González y Alfonso Guerra; José María Aznar que fue víctima de un atentado terrorista o la caída de Mariano Rajoy por una falsedad escrita por un juez que posteriormente anuló y desmintió el Tribunal Supremo.

El victimismo que ha demostrado Sánchez con la carta más propia de una fotonovela y con el silencio que ha mantenido durante estos días hasta que hoy anuncie la decisión que ha tomado, demuestran a un presidente más preocupado por sus cuestiones personales que por la gobernabilidad del país.

Las muestras de apoyo que ha recibido estos días Pedro Sánchez por parte de militantes y simpatizantes socialistas para que no dimita y continúe en la Moncloa, con la plana mayor de todos los ministros y con una María Jesús Montero en éxtasis o con un Óscar Puente calificando a Sánchez como “el puto amo”, no puede ocultar la realidad de un presidente acorralado por casos de corrupción, la misma situación que le llevó a ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy, entonces era el caso Gürtel y ahora es el caso Koldo y el caso Begoña Gómez.

Llegado a este punto, la única salida honrosa que tiene el presidente del Gobierno es dimitir y convocar elecciones anticipadas.