­En estos días en los que tanto se ha discutido el concepto de nacionalidad (y sobre quién la conserva y quién la puede perder), podríamos considerar a Italo Russo Silva todo un experto en el asunto. Nacido en Uruguay, en un cajón del piso de Barcelona que comparte con su mujer e hijo guarda tres pasaportes: el de su país natal, el de Italia (donde vivió uno meses) y el de España, donde reside desde 2006. La nacionalidad italiana la adquirió Italo por vía paterna: aunque su padre nació en Uruguay, sus abuelos lo hicieron en Nápoles. La española, por su parte, la tiene gracias a su abuela, que nació en Galicia y emigró de joven al país sudamericano. Allí Italo nació, creció y estudió la carrera de Turismo, y en 2006 empezó a trabajar en un hotel de Valencia, donde conoció a Ana y con ella se trasladó después a Barcelona para trabajar en el aeropuerto del Prat.

Mañana domingo los dos podrán votar en las elecciones catalanas y, pese a que no revela a quién, Italo sí indica que «de momento, no tengo prisa en tener el cuarto pasaporte». Es más, asegura que en su entorno „es decir, amigos, clientes y compañeros de trabajo„ no observa ni el furor «ni la locura» independentista «que sí quieren mostrar los periódicos y las televisiones, sobre todo fuera de Cataluña». «Solemos salir con amigos catalanes, mi hijo va a una guardería en la que sólo le hablan en catalán, y no conozco a nadie que se pase el día hablando de esto. No es una prioridad», explica. «Quizá es porque en Barcelona la visión que se tiene es diferente „apunta a continuación„. El día de la Diada vimos a muchos barceloneses que salían de la ciudad pero autobuses y autobuses de gente de los pueblos que entraba».

Tampoco entre los viajeros foráneos con los que suele tratar (turistas, pero sobre todo gente de negocios) observa mucho interés „ni tampoco una excesiva preocupación„ por lo que pueda ocurrir con una Cataluña independiente. «Creo que fuera de aquí poca gente sabe lo que está ocurriendo ni le da tanta importancia», subraya.

Italo, pese a su condición multinacional (o quizá por ella), también cree que el de la nacionalidad debería ser un asunto menos determinante a la hora de introducir la papeleta en la urna: «Yo, al menos, votaré pensando en la sanidad, la corrupción y la educación».