Ni «Dulce pájaro de juventud», ni «La mejor juventud», ni «Juventud divino tesoro» ni «La alegre juventud». Si el cine y la literatura tuvieran que entrar a fondo en el día a día de esas personas que son jóvenes por edad, los títulos que se acercarían a describir su vida cotidiana serían mucho más dramáticos y agoreros, puro cine en blanco y negro de los cincuenta y con un futuro de perdedores antes de haber tenido la posibilidad de vivir. Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia asegura que los jóvenes y, en especial, los que se sitúan en esa frontera del riesgo de exclusión son «invisibles» y «están desatendidos por el Estado». Y que, en definitiva, la crisis económica de los mercados les ha segado el campo antes de que ni siquiera pudieran plantarlo.

Los tres investigadores del Instituto Ingenio (UPV-CSIC), que han elaborado el informe que ha publicado la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, confirman una realidad que es muy muy conocida en buena parte de los hogares valencianos y españoles: Que los jóvenes no solo son los que más sufren el desempleo (un 50 %, el doble que en los países de Europa), sino que además «se enfrentan a una situación de desventaja e incertidumbre, llena de desafíos para emanciparse y llevar a cabo sus aspiraciones personales y profesionales».

La investigación, que se realizó a partir de las respuestas de 21 entrevistas realizadas en Madrid y Valencia a personas y entidades claves en políticas y desarrollo de la juventud, también refleja que durante los últimos años se han producido «drásticos recortes» en capítulos como la sanidad, educación y vivienda que cercenan la proyección de futuro de los jóvenes.

«Lo normal en una coyuntura así sería todo lo contrario: desarrollar y fortalecer las medidas de apoyo a la juventud», declara Andrés Hueso González, uno de los autores del informe, que apunta que aunque antes de iniciar el estudio esperaban confirmar un cierto retroceso en la política de ayudas, la realidad fue mucho más dura.

«El calado de los recortes»

«Nos sorprendió —añade— el calado y el alcance de los recortes, incluso más allá de cuestiones con impacto en los presupuestos». A modo de ejemplo indica la desaparición de buena parte de los consejos juveniles, «lo que ha mermado la capacidad de participación de los jóvenes en políticas que les afectan».

Lo único que se les ha ofrecido durante los últimos años para superar la crisis es que se conviertan en emprendedores,«algo muy problemático, no solo porque se reduce solo a la creación de empleo e ignora el resto de necesidades, sino porque endosa la responsabilidad del paro al propio joven», sostiene Alejandra Boni, autora del estudio.

La sombra se hace mucho más alargada cuando se trata del futuro de los jóvenes en riesgo de exclusión. «A este colectivo, al que ya se le prestaba poca atención antes de la vacas flacas, «se ha invisibilizado aún más desde el inicio de la crisis», ya que ni siquiera hay indicadores oficiales que describan de su situación.

Sergio Belda, otro de los autores, ha destacado por su parte que durante los años de la crisis se han reforzado las medidas punitivas en lugar de las preventivas.

El estudio también resalta que el Estado se ha desatendido de los más vulnerables y ha delegado su atención a entidades benéficas y fundaciones que, «en cierto casos actúan con poca trasparencia o control».