Mientras el Vaticano, y en concreto el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto para la congregación de los obispos, decide su futuro, Javier Salinas abrió ayer la puerta de la Misericordia de la Seu de Palma, convertida en puerta santa, para celebrar de forma solemne el inicio del jubileo, festejado de forma simultánea en templos de todo el mundo con la promesa papal a los fieles de otorgarles durante este año una indulgencia plenaria.

Tras el episodio con una colaboradora casada que motivó la denuncia del marido y que el prelado fuera llamado a capítulo a Roma para dar explicaciones, el obispo valenciano de Mallorca fue ayer el centro de todas las miradas y comentarios. Pero también recibió el apoyo incondicional de muchos fieles y religiosos que quisieron acercarse a él antes de que empezara el acto para expresárselo de forma personal y en público, gesto que Salinas agradeció de palabra a cada uno de ellos. En su homilía, ninguna referencia personal a lo vivido durante toda esta semana, pero infinidad de referencias al perdón y a la iglesia misericordiosa que anuncia el año jubilar y que quiere ser el primer distintivo del pontificado del Papa Francisco.

«Hoy el Señor llama a nuestra puerta. Nadie puede llamarse cristiano si no sigue sus pasos», dijo de inicio. «Esta año la Iglesia quiere ser un hospital después de la batalla, quiere curar a los heridos, acoger a todos sin excluir a nadie», expresó Salinas desde el altar en el tercer domingo de adviento, cuando los católicos se preparan para la llegada de la Navidad.

«No tengáis miedo, el señor es nuestro salvador, la alegría tiene que ser la actitud natural del cristiano», señaló. «Durante este año jubilar hay que compartir, estar disponible, no ser indiferente a nada, no engañar ni abusar del prójimo si tenemos algún poder. Hay que vivir el sacramento de la penitencia „manifestó en un llamamiento a todos los que lo escuchaban en la Seu„, actuar con justicia. Nuestra vida debe estar siempre en transformación a partir de una actitud personal».

En consonancia con el mensaje del Papa Francisco, Salinas quiso expresar ante los fieles que «la Iglesia debe transmitir misericordia, vivirla en primera persona, ser sierva de los más necesitados y a la vez mediadora para solucionar sus problemas. Nuestra misión debe ser transmitir la misericordia de Dios».