El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, pide en su carta semanal que «es necesario luchar y hacer lo imposible para que la familia no sea suplantada ni debilitada por nada ni por nadie, ni por falsas concepciones ni por intereses o políticas que no amparen y salvaguarden su verdad, ni por otros tipos de uniones que la suplantan y que no hacen justicia a lo que es la familia en su misma entraña», escribe Cañizares.

El prelado reclama «atención y apoyo decidido a la familia por parte de cuantos intervienen en la vida pública», al tiempo que advierte que «no ayudar debidamente a la familia constituye una actitud irresponsable y suicida de graves e incalculables consecuencias». «Algunas posiciones están jugando con fuego, y ya nos estamos quemando», asegura el purpurado.

«Desfigurar la sexualidad»

En la carta, titulada «La familia, urgencia inexcusable», Cañizares vuelve a cargar contra las distintas formas de entender la sexualidad al criticar que se favorezca «el descrédito o el deterioro de la institución familiar, basada en el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer, o trivializar y desfigurar la verdad y grandeza de la sexualidad, y la unión esponsal del hombre y de la mujer». Eso es, a su juicio, «cuando menos una ligereza y en todo caso una contradicción y una desfiguración de lo verdadero».

A este respecto, Cañizares lamenta que «son muchas, tal vez demasiadas, las ligerezas y contradicciones que en este sentido se han producido en nuestra sociedad durante bastante tiempo y parece que existe el empeño por parte de algunos en seguir incurriendo en ellas, agravándolas, con la difusión de modelos, concepciones o formas de vida que se difunden y aun con nuevas legislaciones que atentan a la entraña de la institución familiar».

El cardenal de Utiel insta en su escrito a que «educadores, escritores, políticos y legisladores» tengan en cuenta que «gran parte de los problemas sociales, y aun personales, de hoy tienen sus raíces en los fracasos o carencias de la vida familiar». En este sentido, Antonio Cañizares reclama a los políticos apoyar el matrimonio y la familia, «facilitándoles todas aquellas ayudas de orden económico social, educativo y cultural que hoy son necesarias y urgentes para que puedan seguir desempeñando en nuestra sociedad sus funciones insustituibles, incluso creando el ambiente social y cultural que proteja a la familia y la fortalezca en su verdad más propia», señala.

No debe haber un cambio en las posturas de la Iglesia sobre la familia y la sexualidad. Ésa es la opinión del príncipe de la Iglesia que dirige la diócesis valentina. En este sentido, apunta que «si hay que hablar de una renovación o de una regeneración de la sociedad humana, y también de la misma Iglesia, hay que comenzar por la renovación, regeneración, fortalecimiento y consolidación de la familia, asentada sobre el matrimonio único e indestructible, entre un hombre y una mujer, abierto a la vida, institución fundamental para la felicidad de los hombres y la verdadera estabilidad social», concluye.