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Medida

La diputación instalará sensores para detectar movimientos en Cortes de Pallás

«No vamos a irnos de la población, seguiremos realizando mejoras y vigilando la evolución de la montaña»

Intervención en la carretera de acceso a Cortes de Pallás. Levante-EMV

La Diputación de Valencia instalará sensores (inclinómetros y sismógrafos) en la zona de Cortes de Pallás para detectar, con medios propios, «cualquier vibración, movimiento o deslizamiento de la montaña que se produzca en el entorno del embalse» y de esta población del Valle de Ayora. «La Diputación no se va a ir de Cortes de Pallás, sino que vamos a continuar realizando mejoras en la población y estaremos muy atentos a la evolución de la montaña en el momento comience a circular el agua» por las conducciones de la central eléctrica Cortes-La Muela, explicaron ayer fuentes oficiales de la Diputación de Valencia a Levante-EMV.

Tras la reapertura de la carretera CV-428 el pasado 21 de diciembre, que puso fin a 8 meses de bloqueo por los desprendimientos del pasado 6 de abril, a la institución provincial que preside Jorge Rodríguez aún le queda trabajo en el acceso a la población. Tras el saneamiento de la ladera y el desescombrado y reasfaltamiento de la carretera comarcal, el área de Carreteras de la Diputación va a reparar el túnel de la vía de acceso y «se va a acabar de adecentar la zona del desprendimiento» colocando aceras en los últimos 700 metros del vial. La reparación total del tramo asciende a unos 10 millones de euros, pagados por Iberdrola y la Diputación de Valencia (alrededor de 3 millones de euros).

Al ser Cortes de Pallás una «zona de alta sensibilidad» a los deslizamientos de tierra (así está catalogada en el Mapa de movimientos del terreno, elaborado por el Instituto Geológico y Minero de España), la Diputación no quiere perder de vista los movimientos en la zona.

Como ayer informó Levante-EMV, el deslizamiento que incomunicó a Cortes no es el único deslave que afecta al cañón fluvial del Júcar: dos laderas situadas bajo el castillo de Chirel (Cortes II) y en el vecino pantano del Naranjero amenazan con derrumbarse. Una ladera de la presa de Cortes ya es contínuamente vigilada por Iberdrola, mediante una cámara de precisión que barre cada seis horas la posición de unos pilotes colocados estratégicamente para controlar el más mínimo movimiento, después de que en 1988 un gran bloque de tierras amenazara con deslizarse sobre el fondo del embalse. En 1989, en la pedanía de El Oro también se hundió la carretera por un deslizamiento que obligó a la Diputación a ejecutar una intervención de urgencia.

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