Llegaron de golpe y, desde hace un lustro, se están marchando a la carrera. La colonia ecuatoriana suma 22.500 habitantes en la Comunitat Valenciana después de un ascenso fulgurante experimentado con el tránsito de milenio y un descenso casi igual de vertiginoso impulsado por la crisis. Actualmente representa la séptima nacionalidad extranjera más numerosa en las comarcas valencianas, por detrás de Rumanía, Reino Unido, Marruecos, Bulgaria, Alemania y Argelia. Sin embargo, llegó a estar situada como tercer país con más ciudadanos en la Comunitat Valenciana.En 2005 rozaron los 60.000 inmigrantes ecuatorianos entre Vinaròs y Pilar de la Horadada.

Entre ellos estaban jóvenes como Chela Vargas, una matrona ecuatoriana. Hace dos años, harta de cobrar 420 euros al mes del paro con los que alimentar a sus tres hijos, contaba a este periódico que había iniciado las gestiones para regresar a Ecuador. Le guiaba un razonamiento tan simple como crudo: «Vinimos a este país para lograr estar bien y estamos peor. Nunca pensé que ocurriría lo que ahora estamos viviendo».

Así fue. El boom se concentró en el comienzo del siglo XXI. En el año 2000 sólo eran 1.072 ecuatorianos en tierras valencianas. Sólo cuatro años después ya sumaban 54.601. Lo mismo, pero en sentido contrario, está pasando ahora. Entre 2011 y 2015 se han reducido a la mitad los inmigrantes en la Comunitat Valenciana de este país conquistado por los españoles en 1534 y que durante casi tres siglos perteneció a la monarquía hispánica. Desde 2008 no han parado de bajar en número. Y nada apunta a que se frene la tendencia.

El billete de regreso lo han sacado, mayoritariamente, aquellas familias donde el hombre era el principal sustento y se dedicaba a la construcción. Han resistido las mujeres empleadas en el cuidado de ancianos y en residencias. Sus condiciones económicas, eso sí, han empeorado de forma dramática.