Reniegan de arrastrar el estigma de «víctimas» durante toda la vida, por eso prefieren verlo con optimismo y llamarse «supervivientes de violencia machista». Unas setenta mujeres de varias asociaciones de toda España se reunieron ayer en Alaquàs, en una jornada ideada para compartir experiencias y proyectos. «No hay muchas asociaciones de sobrevivientes de violencia de género, por eso queríamos juntarnos y crear un espacio de encuentro para poder mejorar y aportar, intentar crear una red, y hacer alguna actividad a nivel estatal», explicó Laura Blaz, de la asociación Lilith de Alaquàs, impulsora de la jornada.

«Pedimos que cada vez que se haga algún protocolo o ley, se cuente con las asociaciones y las mujeres que han vivido la situación. Si sales corriendo de casa no puedes seguir los protocolos de seguridad», apuntaba Blaz ayer, sobre algunas de las situaciones que afrontan las mujeres. Desde Lilith y otras asociaciones (de Cullera, Puerto de Sagunto, Elx, Vitoria, Barcelona...) trabajan como «puentes» para que las víctimas se sientan «entendidas y comprendidas, no solas», que sean conscientes de su situación; «y que la sociedad cambie, ya que si alguien tiene que sentir vergüenza, que sea el agresor». «Que la vergüenza cambie de bando y no la sientan las víctimas», reclamó Blaz. «La que es sometida a juicio todavía es ella y no él; se sigue cuidando a ese hombre que 'no lo hace con una mala intención'», lamentó.

Lili Garzón participó en el encuentro como una de las representantes de Bizirik, de Vitoria (País Vasco). Define la asociación como un «grupo intermedio entre la víctima y los servicios sociales», un «espacio para hablar y compartir experiencias». «En esos momentos se siente mucha culpabilidad, miedo, dudas... Nuestra función es escuchar, acompañar y derivar las chicas al servicio social que necesitan, cuando ya son conscientes de lo que pasa», explica Garzón. «Nadie quiere esta situación, es muy triste y dolorosa», asegura, por ello se lamenta de que la sociedad «condena mucho a las mujeres», a las que se suele acusar de querer sacar un beneficio económico, entre otras cosas. «Nos están matando, y esa es la verdad», sentencia.

Como también argumentó Mayte Lafuente, de Amigas Supervivientes (Puerto de Sagunto), el objetivo de las asociaciones también es ayudar a superar la situación «de manera positiva» y dejar de ser «víctimas», para convertirse en «supervivientes». «Tenemos que demostrar a la sociedad que no estamos siempre tristes y deprimidas; no somos el problema, somos una herramienta para solucionarlo», defendió durante su intervención.