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Análisis

El giro liberal de Ciudadanos que será clave en 2019

El congreso nacional marcará un nuevo rumbo para un partido dividido en la Comunitat Valenciana y que podría ser clave para que el PP regrese a la Generalitat

El fin de semana del 4 y 5 de febrero Ciudadanos celebrará su congreso nacional, la cita que debe marcar su hoja de ruta en los próximos años tanto desde el punto de vista orgánico como estratégico. No sera un cónclave de trámite.

El partido que lidera Albert Rivera y que en muy poco tiempo ha pasado de irrelevante a ser la llave de la gobernabilidad de España tiene abiertos varios frentes de debate. Y muchos de ellos de calado.

Sobre la mesa, entre otras cuestiones, está definir dónde situarse ideológicamente o si se dejan seducir por el poder y exigen entrar en aquellos gobiernos autonómicos donde sus votos sean decisivos. La encrucijada es mayúscula ya que el rumbo que este congreso sancione tendrá repercusiones en los territorios, en especial en la Comunitat Valenciana donde la división interna a cerca de cómo dirigir el partido se ha visualizado de forma especial.

La exsíndica del grupo de las Corts y europarlamentaria Carolina Punset ha puesto cara a la discrepancia al solicitar públicamente una vuelta a los orígenes del partido para recuperar un proyecto en el que podían identificarse tanto el centroderecha como el centroizquierda. Para los críticos, la decisión de Rivera de facilitar que Rajoy siga en la Moncloa condena a la formación a ser la marca blanca del PP. La diferencia de fuerzas y la propia inercia de una formación en la que el ´aparato´ (como ocurre en los partidos tradicionales) aplasta a los discrepantes hace que en esta batalla existan ya claros ganadores y vencidos. Rivera, el único que ha presentado su candidatura en unas primarias que no se celebrarán por falta de rivales, será proclamado como líder absoluto el 4 de febrero. Ese día, Punset, que ha renunciado a dar la batalla, contraerá matrimonio civil con Alexis Marí, su sucesor al frente del grupo parlamentario de las Corts, con quien comparte también la visión crítica hacia la actual dirección. Ayer, en una rueda de prensa en Madrid, despachó a gusto al acusar a la dirección de venderse al PP.

Con todo, Rivera tiene el camino allanado para consolidar su liderazgo y también para que triunfe su línea estratégica. Salvo rebelión inesperada de las bases, Rivera seguirá al frente de un partido que conservará su marca y su logo, pero que habrá evolucionado. En el camino se queda el concepto de «socialdemócrata», las primarias en sentido amplio y el empeño por no parecerse a los grandes partidos, en especial al PP. El nuevo Ciudadanos será muchas cosas, pero sobre todo «liberal», con primarias restringidas, abierto a entrar en las instituciones y, si llega a caso, con mano dura contra los críticos.

Y la consecuencia en la Comunitat Valenciana parece lógica habida cuenta de que el partido, pese a su pugna interna, ha trabajado en buena medida en dirección contraria, al menos en las Corts. En esta legislatura, la Cámara no es una mera comparsa de las decisiones del gobierno. No hay mayorías absolutas y todas las alianzas son importantes. El PPCV ha trabajado para atraerse a Ciudadanos, una pinza que la mayoría de veces no ha funcionado. Y es que la dirección del grupo (primero pivotado por Punset y después por Marí) ha inclinado muchas más veces la balanza a favor del tripartito de izquierdas que a los populares de Isabel Bonig. El alma más socialdemócrata ha ganado, de momento, a la más conservadora. Aunque no sólo eso; también ha funcionado el pudor de ir de la mano de un partido azotado por la corrupción.

Y esta es la clave. El tándem Punset-Marí parece tener fecha de caducidad en Ciudadanos. Tras la asamblea nacional, se decidirá cómo se produce la renovación de los órganos autonómicos de dirección. En principio, no hay previstas primarias y será Madrid quien decida qué rostros estarán al frente de Ciudadanos. Todo apunta a que seguirán dirigentes como Fernando Giner, Juan Córdoba o Emilio Argüeso, afines a Rivera. Ellos pivotarán la transición en la Comunitat Valenciana, un camino que podría arrancar tratando de forzar un relevo en la portavocía de las Corts.

Con 2019 como horizonte y dada la mejoría que experimenta el PPCV no es descartable que sus votos, junto a los Ciudadanos, sumen una mayoría que desbanque a la izquierda del poder. Ese sería el final feliz para Ciudadanos. Pero existe un riesgo: que la pugna interna sea el principio de la desintegración de un partido que logró una impresionante implantación en la Comunitat Valenciana gracias al desencanto de los votantes del PP, los mismos que 4 años después podrían apostar por lo seguro y volver al redil popular.

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