Imaginen un cirujano al que nunca le tiemble el pulso y que pudiera tener un movimiento de muñeca completo (y hasta mejorado) y una visión 3D dentro del cuerpo humano pero solo con cuatro incisiones mínimas. La cirugía laparoscópica ha intentado acercarse a ello pero, hoy por hoy, solo los robots de asistencia quirúrgica como los Da Vinci -que sustituyen las manos del cirujano por unos brazos robóticos dirigidos desde una consola anexa- permiten hacerlo posible.

En España solo hay en funcionamiento 29 unidades -frente a las 2.500 en Estados Unidos- y una de ellas está en el hospital IMED Valencia, radicado en Burjassot, que ha hecho una inversión de 2,5 millones de euros. El centro privado, que abrió sus puertas hace tan solo dos meses, se convierte así en el único de toda la Comunitat Valenciana en ofrecer esta tecnología.

El consejero delegado del grupo IMED, Ángel Gómez, y el coordinador de la Unidad de Cirugía Robótica del hospital, Antonio Alberola, presentaron ayer el Da Vinci, compuesto por una consola desde la que el cirujano «opera» a través de dos joysticks y varios pedales y la grúa con los cuatro brazos robóticos que, sobre la mesa de operaciones, reproducen los movimientos del cirujano.

La introducción de este tipo de tecnología tiene, según explicó Alberola, beneficios tanto para el cirujano como para el paciente, en primer lugar porque mejora los resultados que un experto puede obtener en la mesa de operaciones, incluso en una intervención laparoscópica, en la que ya se ayudan de cámaras para la intervención.

«Permite un fácil acceso en intervenciones especialmente complejas como la de pelvis, tiene una visión en 3D estereoscópica con aumento de hasta 10 veces y hasta elimina el temblor o los movimientos involuntarios del cirujano», enumeró el responsable de la unidad.

Mejor que la mano humana

Para el paciente supone una recuperación más temprana y menos días de hospitalización ya que las incisiones son mínimas y la precisión que se logra en la intervención mejora las complicaciones que puedan surgir durante o después de la intervención.

«Se logra un movimiento interno en todos los sentidos que incluso mejora el de la mano humana», abundó el cirujano.

Más de tres millones de cirugías en todo el mundo avalan a estos equipos que se están utilizando, primordialmente, en patologías urológicas, ginecológicas y de cirugía digestiva aunque se están ampliando sus aplicaciones a áreas como cirugía torácica, coronaria o pediátrica. «En principio para todas aquellas que se hacen por laparoscopia es factible usar el robot; cuanto más compleja es la cirugía más útil es», añadió Alberola.

El hospital IMED tiene previsto que en junio se puedan estar realizando las primeras intervenciones. La previsión es que en el primer año sumen «entre 40 y 50 casos», añadió. Por ahora, seis cirujanos de tres áreas concretas -Cirugía General y del Aparato Digestivo, Urología y Ginecología- se están formando para empezar a utilizar esta nueva tecnología que requiere de dos profesionales en quirófano, uno en la consola y otro junto a los brazos para el cambio de instrumentación.

Impotencia postoperatoria

Una vez en marcha, el hospital ofrecerá la posibilidad de intervenirse con este robot a aquellos pacientes en los que esté indicado. El coste es más alto que hacerlo por vía laparoscópica (se puede suplementar la cobertura que dan las compañías médicas), pero las ventajas, sobre todo en la operación «estrella» que se hace con este equipo, son innegables.

Según expusieron ayer los responsables de Abex, la firma que distribuye los equipos en el sur de Europa, el 70 % de las intervenciones que se realizan con los Da Vinci son urológicas y, entre ella, la resección de próstata es la principal.

Según explicó Juan López, de Abex España, en esta intervención, y gracias a la precisión de los brazos robóticos, se consigue evitar dañar la conurbación de nervios que envuelven la próstata y permitir así que el paciente consiga una recuperación «al 100 %» sin problemas de incontinencia urinaria o impotencia.