Las monjas del centro de menores de Segorbe aseguraron ayer que su «único objetivo» es «que los niños vuelvan al centro de Nuestra Señora de la Resurrección», después de que la Generalitat ordenara el traslado de sus 18 menores «por indicios de maltrato» y por las malas condiciones en la alimentación y en las instalaciones.

Según fuentes de las hermanas Terciarias Capuchinas, que gestionan el centro de menores de Segorbe, «no somos mujeres mediáticas, las cámaras y los micrófonos son ajenos a nuestro día a día, pero nos hemos puesto ante ellos por el bien de los niños». Las religiosas explican lo «desgarrador que fue verlos salir del centro con total precipitación y dolor» y mostraron su intención de «mostrar a las opinión pública la verdad», para lo que se han «dirigido a las autoridades responsables», con el objetivo de que «escuchen sus argumentos».

Estas afirmaciones las hacen las terciarias capuchinas después del traslado llevado a cabo por el Consell el pasado 9 de mayo de 18 menores de edad del centro después de que inspección de la conselleria alertara de «indicios de maltrato» a los niños, que además recibían «poca comida y caducada».

«Hemos abierto las puertas de nuestra casa para que se pueda comprobar el estado de las instalaciones», como así lo han hecho algunos medios de comunicación, afirman las hermanas. Las monjas subrayan que no quieren entrar en ninguna «guerra mediática, ni política» y muestran su agradecimiento a quienes les han expresado «solidaridad en estos tiempos difíciles: a los trabajadores, a los antiguos alumnos, a las familias colaboradoras, al pueblo de Segorbe y a la sociedad de la Comunitat Valenciana».

Un siglo de aval

Las religiosas insisten en que su pretensión es «mostrar la verdad, avalada por más de 100 años de experiencia. Nuestro trabajo está conectado con una red de profesionales de instituciones públicas como fiscales, maestros, pediatras y ellos conocen el Centro Nuestra Señora de la Resurrección y nuestra práctica educativa». «Estos extraordinarios profesionales nunca hubieran consentido un trato inadecuado de los niños que protegemos y cuidamos entre todos», concluyen.