Amortiguadores, un complejo entramado de cables, un motor e incluso un sistema de luces de diferentes colores son los elementos que pueden conformar un dron, instumento protagonista de la III Feria Aérea de la Universitat de València (UV).

Con el objetivo de presentar los proyectos en los que tanto estudiantes como docentes han estado involucrados, como mínimo cuatro meses, un centenar de drones y un millar de alumnos de hasta 75 centros educativos de educación secundaria y formación profesional de toda la Comunitat Valenciana -63 de la provincia de Valencia de los cuales 5 estuvieron en la edición pasada y los otros 58 han debutado en esta-, inundaron los pasillos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI) durante toda la mañana de ayer.

Lo interesante de este evento tecnológico reside en su finalidad. Los drones y proyectos presentados se refieren a diferentes problemáticas o realidades locales, a las que, mediante la utilización de estos aparatos, se les intenta aportar una solución: ayuda de atención básica y de primeros auxilios en servicios médicos y de salvamento marítimo, asistencia a los bomberos, reforestación de montañas, control de lluvias o soporte turístico para los ayuntamientos. También pueden utilizarse en el ámbito local para el mantenimiento del patrimonio histórico, supervisión del estado de los cables de alta tensión o para transportar medicamentos allá donde no haya ninguna farmacia, entre otros.

El director de Caleidoscopio -una de las entidades propulsoras de esta feria­-, Ricardo Domínguez, explicó que «venir a la Universitat de València era todo un reto, pero queremos que este evento llegue a cuanta más gente, mejor» y añadió que «en vista de los resultados tan buenos y la acogida que hemos obtenido en las dos ediciones anteriores celebradas en Alicante, intentamos probar en València y estamos muy contentos con los resultados conseguidos». También adelantó que ya están trabajando en la cuarta edición y que, si todo va según lo planeado, volverá a celebrarse en València.