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Análisis

"Hem arribat a un moment crucial"

Las primarias del PSOE abren un puñado de enigmas en el futuro del PSPV, incluido el liderazgo, que nadie cuestiona hoy

"Hem arribat a un moment crucial"

«Estimat company: Hem arribat a un moment crucial del socialisme nacionalista valencià. Avui, els militants del PSPV tenim al davant nostre l´oportunitat de contribuir decididament a la reconstrucció del nostre país tot assumint responsabilitats polítiques reals». La carta tiene unos años. Es de 1978, de cuando el PSPV heredero del breve PSV tenía un marcado carácter nacionalista del que fue desprendiéndose por realismo y pragmatismo mediante el matrimonio con el histórico PSOE y su yuxtaposición de siglas. La cita la recuerda Joan Martí en un libro que acaba de publicar la Institució Alfons el Magnànim: Socialistes d´un país imaginat. Una història del Partit Socialista del país Valencià (1974-1978). La frase, no obstante, podría ser actual. Sirve para contextualizar la crisis de marras presente. Lo último tiende a verse como lo peor y más grave, pero pocas veces es así.

A diferencia de aquellos años, cuando el proyecto de Felipe González y Alfonso Guerra fue la solución para no quedarse en la torre del marfil de la teoría y tocar el cielo de las instituciones (dejando de lado tintes identitarios, claro), el cataclismo actual tiene su epicentro en Ferraz. Y alcanza de lleno al territorio valenciano (a día de hoy es la segunda federación en militantes, a mucha distancia de la andaluza), si bien hasta ahora las instituciones y el liderazgo del PSPV han quedado fuera del debate más allá de alguna velada alusión pública: aquello de José Luis Ábalos en Elx de que los dirigentes territoriales habían actuado a las órdenes de Rajoy para «cargarse» al secretario general, referencia en la que su propio responsable no ha querido ahondar luego (tampoco retractarse). Al margen del griterío de las redes sociales, las tres candidaturas han marcado distancias entre el proceso de primarias que enciende el partido estos días y la situación valenciana. «No estar con Susana Díaz no significa no estar con Ximo Puig como secretario general del PSPV», decía en Levante-EMV Carles Arqués, el representante valenciano de Patxi López. Y en términos parecidos se han manifestado las voces de Pedro Sánchez. El propio Puig ha declarado a este diario que no piensa cambiar de planes si el exsecretario general gana. Mantendría su candidatura al puesto de más responsabilidad del PSPV de cara al congreso de julio.

Pero nunca es lo mismo hablar a partir de hipótesis que verse las caras con la realidad. No es comparable, pero el secretario general valenciano de Podemos, Antonio Montiel, se cansó de decir que iba a optar a renovar el cargo y, tras la derrota de «su» candidato (Íñigo Errejón) en el Vistalegre II, ha acabado haciéndose a un lado.

Ese es el primer enigma, si pase lo que pase este domingo de San Eugenio de Mazenod el liderazgo de Puig quedará fuera de toda discusión o empezarán los movimientos subterráneos para moverle la silla si es Sánchez quien vuelve a reinar en Ferraz. El hombre de Sánchez en la Comunitat Valenciana, José Luis Ábalos, un veterano avezado en la política de pactos internos en el seno del PSPV, sostiene que son procesos diferentes y que algunos se empeñan en ver una amenaza donde no la hay. Por si alguien se adelanta a ponerle la etiqueta de aspirante, el diputado en el Congreso asegura que sus aspiraciones están en la política nacional.

Por ahora, Puig cuenta con el escudo protector de la presidencia de la Generalitat (demasiado ansiada durante lustros como para ponerla en peligro por una refriega interna) y unas encuestas recientes que sitúan en buen lugar al PSPV y pronostican un avance en su estimación de votos con respecto a 2015.

¿Lealtad tras diferencias?

Sin embargo, la animadversión política entre Sánchez y el secretario general de los socialistas valencianos ha quedado ya más que manifiesta. ¿Se podría recomponer? ¿Puede reconstruirse un espacio de lealtad donde ha habido una sima de desconfianza, diferencias y rencor? Es otro incógnita que se despejará en función de qué hipótesis se convierta en realidad. Si el exlíder es el triunfador de las primarias, la posición de Puig quedará debilitada, aún en el caso de que no pase a ser cuestionada en el futuro inmediato. En el universo socialista valenciano se considera que, de tener una oportunidad, Sánchez le presentaría una alternativa. Incluso tiene ya compuesto el argumentario: separar la presidencia de la Generalitat de la secretaría general del PSPV para una mayor dedicación al partido y sus estructuras. Es lo que el secretario provincial de Alicante, David Cerdán, ya planteó hace unos meses.

Si se quiere ver el lado positivo para Puig, ese escenario limpia cualquier obstáculo (incluso arma su discurso) para que el líder valenciano lleve hasta sus últimas consecuencias su mensaje de autonomía del PSPV con respecto a Ferraz: aquello de primero los valencianos, luego los socialistas valencianos y después, Ferraz.

Esa estrategia, en la que Puig y la cúpula de Blanqueries (le queda poco como sede socialista) han insistido, debería mantenerse igual si es Susana Díaz la elegida. En el entorno del jefe del Consell insisten en que la presidenta andaluza ya lo ha comprobado: fue recientemente, cuando no le dieron su apoyo a la moción en el Senado que favorecía un «ramal interior» del corredor mediterráneo.

En todo caso, una victoria de Díaz -aunque Sánchez tenga algunos votos más en territorio valenciano- se puede traducir en tranquilidad orgánica, capacidad de influencia en los problemas abiertos y peso en una nueva ejecutiva. Aunque con un partido abierto en canal (como se ha visto en la recogida de avales, con mayoría de Sánchez en el territorio de Puig), hablar de tranquilidad sea exagerado en estos tiempos.

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