Quizás el estar rodeado de juventud dentro de un aula le ha hecho recordar su niñez a Finn Erling Kydland, Premio Nobel de Economía 2004 y jurado de los Premios Rey Jaime I, y ha centrado el discurso realizado ante los alumnos del IES La Garrigosa de Meliana en cómo creció y se convirtió en un experto en Macroeconomía en lugar de exponer los logros conseguidos en esta materia.

«Yo crecí en una granja, no hace falta tener a unos padres con formación ni dinero para poder ir a la Universidad si tienen una escuela como esta. Debéis aprovechar todo lo que os ofrece la escuela», aconsejaba Finn Erling, ante la atenta mirada del alumnado de 1º de Bachillerato.

Como todos los años, la organización de los Premios Jaime I quiere acercar a los Nobel a los institutos de la comarca. En este caso el elegido fue el economista noruego nacido en 1943, que consiguió el Premio Nobel de Economia en 2004 junto a Edwars C. Prescott por sus contribuciones a la Macroeconomía dinámica.

Finn Erling se encontraba cómodo en las aulas, probablemente porque trabaja como profesor en la Universidad de Santa Bárbara (California). Incidió en la importancia que tiene este periodo educativo, que según él, le marcó su vocación.

«Al instituto que iba en Noruega tenía un programa muy fuerte en ciencias y matemáticas, tan fuerte que luego cuando fui a estudiar a la universidad en Estados Unidos parecía yo el profesor», recordaba.

Les aconsejó que no tuvieran prisa por decidir sobre su futuro. Así, contó que al acabar los estudios no sabía qué hacer, que incluso ejerció como profesor en una escuela de Primaria. «Yo solo sabía que me encantaban las matemáticas. Me fui a la escuela de negocios e intenté pensar cómo aplicar las matemáticas en el conocimiento económico y fue cuando empecé a estudiar y centrarme en economía», explicó.

Fue ahí cuando desarrolló una fórmula de programación dinámica, una herramienta muy importante para saber cómo evoluciona la economía en las distintas naciones y que luego ha aprovechado para todo su trabajo.

«Fue gracias a un profesor que me convenció para trabajar con él en estudios académicos, para profundizar en la investigación económica. Él me salvó de una vida aburrida de trabajo en una empresa, y a cambio he tenido una vida apasionante», señaló.

Y es que para el Nobel, «he sido muy afortunado en encontrar algo que hacer que realmente me gusta, lo cual es más importante que ganar un buen sueldo».

Un mensaje que les transmitió también a los alumnos del módulo de FPB de Agrojardinería y composiciones florales. Alumnos que se han reenganchado al sistema educativo gracias a este módulo más práctico y que ha conseguido que dos de ellos vayan a la universidad. El Nobel, acompañado por el doctor James Grisolía, hijo de Santiago Grisolía, la directora del centro Isabel Pérez y la jefa del departamento agrario, Mª Amparo Pérez, visitaron los huertos y se mostró muy interesado en el sistema de regadío, además de ser obsequiado con tres calabacines recogidos «in situ».

Del Boca Juniors

Erling también se mostró cercano contando algunas anécdotas, como que era socio honorífico del Boca Juniors, «el mejor equipo del mundo» y de que aún hay familiares que no le perdonan no haberles llevado a recoger el Premio Nobel. «Solo me dejaban llevar a 15 personas, y tengo cinco hermanos, más la familia de mi mujer... siguen habiendo rencillas».