Stanbrook: 85 años desde la salvación del exilio en Argelia

El buque inglés fue el último en partir de Alicante la primavera de 1939. Lo hizo lleno de republicanos que se agolpaban en el puerto buscando huir del régimen de Franco, ya vencedor

El libro ‘Emigrar a Argelia’ recuerda este y otros episodios relacionados con la emigración de valencianos al país vecino

El Stanbrook partió del puerto de Orán el 28 de marzo de 1939.

El Stanbrook partió del puerto de Orán el 28 de marzo de 1939.

Muchos ciudadanos españoles buscaron refugio en Francia cuando ya no quedaba esperanza ni para la democracia, ni para la II República ni para los derechos humanos. Pero no solo más allá de los Pirineos, sino también en la Francia de ultramar, en Argelia. El país de la otra orilla del Mediterráneo acogía trabajadores españoles —muchos valencianos— desde el siglo XIX, por las oportunidades laborales que ofrecía, sobre todo en el campo, y fue una de las opciones a la hora de buscar refugio cuando los sublevados ya se erigían como vencedores de la Guerra Civil.

Una de las historias más conocidas es la del Stanbrook, un mercante inglés que acabó salvando a casi 3.000 personas, cuando solo tenía capacidad para un centenar. Este episodio del fin de la Guerra Civil sucedió el 28 de marzo de 1939 y cumple ahora 85 años. Es uno de los apartados del libro "Emigrar a Argelia. Los pied noir valencianos" (Círculo Rojo, 2024) escrito por José Torres Martínez (Gandia, 1975) y publicado recientemente. 

Las cajas de azafrán se quedaron en tierra porque el capitán galés Archibald Dickinson decidió acoger al mayor número posible de las 15.000 personas que intentaron salir de Alicante por mar, en un puerto convertido en ‘ratonera’. De hecho, muchos se quedaron en tierra y sufrieron la represión franquista, el paredón o los campos de concentración cuando los nacionales se hicieron también con el este. Después de una travesía nocturna sin luces para evitar el bloqueo marítimo, y zozobrando por la gran cantidad de gente a bordo, dos días después llegó el barco a Orán, a apenas 300 km al otro lado del Mediterráneo

Torres explica en su libro —una ampliación de un trabajo anterior—, cómo además del Stanbrook, anteriormente hubo otros como los African Explorer, African Trader, Asunción García, Burrengton Canle, Cala Castella, Campillo, Lezardieux, Manola, Quita Penas, Ronwyn, Stankort, Tramontana y Vigo, que evacuaron a españoles cuando la república ya agonizaba. El Stanbrook fue el último. 

En el barco se contabilizaron 2.638 personas (2.240 hombres y 398 mujeres), más la tripulación, y también había niños. «Muchos subieron a última hora cuando el buque ya estaba lleno y, por tanto, se vieron obligados a quedarse en la cubierta durante toda la noche, algunos agachados o de pie, puesto que las bodegas y los compartimentos estaban abarrotados», relata el libro de Torres, que es profesor de Secundaria. Había, sigue el texto, «gente de todas las categorías sociales o profesionales, en su mayoría procedente de las ciudades».

No obstante, cuando llegaron a la entonces colonia francesa —Argelia se independizó en 1962— la realidad seguía siendo complicada. A excepción de mujeres, niños y aquellos que decían querer viajar a América o a la Unión Soviética, el Stanbrook tuvo que esperar un mes para desembarcar a los pasajeros, que sufrieron hambre y enfermedades, pues Francia no veía con buenos ojos la llegada de tantos españoles que huían del franquismo. «No quería meterse en temas políticos con España.

La Guerra Civil estaba acabada, pero se estaba mascando la II Guerra Mundial y Franco tenía vínculos con Alemania e Italia; entonces ayudó, pero sin que se notara demasiado e intentando no provocar. Por ejemplo, sí les llevaban, bajo mano, comida y alimentos a los que se quedaron en el Stanbrook», dice el autor. Además, en el libro también detalla que Francia recelaba de que los exiliados españoles se relacionaran con la población musulmana local y nacionalista argelina.

Como prisioneros de guerra, cuando bajaron fueron llevados a una veintena de campos de concentración en Argelia. «Se podía salir de estos campos, aunque era muy complicado. Se necesitaba la ayuda externa de algún amigo o pasar por los largos trámites de las organizaciones de ayuda a los republicanos refugiados», indica.

«Mucha gente se quedó, algunos se juntaron con sus familiares y para otros fue un lugar de paso», detalla Torres. Al final de la Guerra Civil, los motivos de la emigración fueron políticos, pero de España a Argelia hubo muchas idas y venidas de emigrantes, desde mitad del siglo XIX hasta principios del XX, por cuestiones económicas. 

Una emigración anterior

« Es un vínculo más fuerte de lo que parece, por proximidad, por las facilidades de desplazamiento y porque era una salida bastante factible para gente de València, Alicante, Murcia, Mallorca y Almería con problemas», explica el profesor. Apunta que los movimientos de población se realizaban, sobre todo, cuando había crisis en la agricultura, como la plaga de la filoxera —que afectaba a la viña y, por tanto, a las comarcas centrales que se dedicaban a la pasa—, o tras periodos de sequías o lluvias.

Aunque hay casos de Gandia y València, Torres explica que mucha de la emigración era sobre todo de Alicante, de Oliva y el Verger hacia el sur de la Comunitat Valenciana. Eso explica, por ejemplo, que en algunos municipios cocinen cous cous. 

En algunos casos era temporal (como jornaleros), pero en otros se establecieron, pues la colonización francesa requería mano de obra desde los inicios. En 1954 se estima que había en Argelia unos 54.000 españoles, con la guerra de independencia se calcula que quedaron solo unos 60.000 pied-noir (franceses nacidos en ultramar) «y de ellos muy pocos eran españoles», afirma. «Alrededor de unos 60.000 regresaron, en concreto a Alicante y los pueblos del interior de la provincia». En la actualidad, mayores de Argelia recuerdan cómo trabajaban la tierra junto a vecinos españoles.

Franceses con apellidos valencianos

José Torres, autor de 'Emigrar a Argelia. Los pied noir valencianos' recupera historias de descendientes de segunda y tercera generación o más, que se sentían valencianos, pero también franceses puesto que habían nacido en la colonia: «Eran franceses de Argelia». Abandonaron el país con la independencia de 1962, convirtiéndose en los llamados pied noir.

Algunos aprovecharon algún vínculo familiar y acabaron en pueblos alicantinos, pero otros fueron a la metrópoli con su apellido valenciano. «Nunca perdieron sus raíces, conocían las costumbres valencianas y hablaban patuet», indica el autor. Era una mezcla de árabe, francés y valenciano.

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