El declive en que se encuentra inmersa la socialdemocracia española y europea no es definitivo. La fractura con la ciudadanía existe, pero es reversible. Dos catedráticos, Joan Romero y Jordi Palafox, ambos exmilitantes del PSPV, y dos políticos en activo, el jefe de gabinete del presidente de la Generalitat, Arcadi España, y la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de València, Sandra Gómez, lo refrendaron anoche.

Lo hicieron cada uno con sus matices en el debate Presente y futuro de la socialdemocracia, en el foro Claustre Obert organizado por Levante-EMV y la Universitat de València, moderado por la periodista de este diario Julia Ruiz y con la presencia del vicerrector Antonio Ariño y el director general de Contenidos de Prensa Ibérica en València, Cruz Sierra. También acudieron los integrantes del Consell María José Mira, Maria Such, Julià Álvaro, Zulima Pérez y el presidente de la CEV, Salvador Navarro.

Romero, exconseller y exsecretario general del PSPV-PSOE, cree que la socialdemocracia no es coto del PSOE, sino que tiene más puertas en la izquierda. En su opinión, Compromís, el partido de Ada Colau o el primer Podemos también tienen un discurso de corte socialdemócrata. Por eso, encontrar vías para que los socialistas alcancen gobiernos con Los Verdes (en Europa) o morados (en referencia a Podemos en España) permitiría a la socialdemocracia conquistar espacios de poder. En cambio, junto a partidos conservadores, los socialistas caerán en la irrelevancia, afirma. «Hay que buscar espacios de entendimiento en la izquierda, de lo contrario Rajoy estará cuatro años más», vaticina.

Los ponentes están de acuerdo en que exportar la vía valenciana (el acuerdo entre PSPV, Compromís y Podemos) al Parlamento español es la única forma de conformar mayorías para desbancar a Rajoy e impulsar agendas reformistas y un gobierno que implante los postulados de la socialdemocracia.

También hay coincidencia en que la crisis arranca en los 90, con la caída del muro de Berlín. En ese momento desaparece el adversario comunista y la historia se acelera. Llega internet, la globalización y crecen las desigualdades. La socialdemocracia se queda sin relato. El liberalismo con rostro humano ya no sirve y las capas perdedoras de la globalización abandonan a la socialdemocracia.

Los porcentajes de voto empiezan a caer. Del 40 al 20 por ciento. En Francia ya está en el seis por ciento. «Creo que es una tendencia, no un ciclo», analiza Romero.

Arcadi España coincide en la necesidad de lograr una vía valenciana en el Congreso. «Podríamos dar lecciones de altura de miras y de entendimiento», aunque añade que los socialistas tienen que salir a ganar y no a esperar pactos de izquierda para gobernar. También sitúa la crisis de la socialdemocracia en el final del siglo pasado. La revolución tecnológica fractura la sociedad y el nuevo perfil de ciudadano digital tiene tendencia hacia los nuevos partidos. La sociedad se polariza y siempre que eso ocurre, la socialdemocracia, en un papel de árbitro, lo pasa mal.

Ha ocurrido en Cataluña, donde ante una sociedad dividida, el socialismo parece no tener espacio. «Nos hemos equivocado y se ha pagado en las urnas. Ha faltado ambición y gestionar mejor el Estado del bienestar, y el hecho de no tener demasiadas diferenciadas con la derecha para salir de la crisis económica resultó decisivo para ahuyentar a los votantes».

Palafox hace autocrítica

El catedrático Jordi Palafox cree que muchos socialdemócratas tienen complejo de superioridad porque están convencidos de que la ciudadanía les votará todo el tiempo que sea necesario, aunque eso no ocurre. Considera que el declive llega por la percepción de una realidad entre las élites que ya no se corresponde con la que tienen los ciudadanos y apunta que la izquierda no supo adaptarse a la nueva realidad nacida al calor de los años de la crisis y no supo gestionar las elevadas tasas de desempleo.

En ese momento, los partidos de la izquierda tradicional empezaron a dedicar más tiempo a hablar de sus problemas internos que de las preocupaciones de la ciudadanía. Mientras, la crisis no afectó tanto a las formaciones conservadoras porque, en opinión de Palafox, la socialdemocracia gobierna a través de valores y la derecha basándose en intereses.

Sandra Gómez no cree que el problema de la socialdemocracia sea de liderazgos, porque estos son efímeros, y lo que perviven son los valores. «Crisis siempre ha existido», exclama. «Hace cien años, Rosa Luxemburgo ya escribía sobre la crisis del socialismo y criticaba al SPD», rememora.

«Pero cuando la gente nos asocia con nuestros valores es cuando la ciudadanía nos apoya y por eso debemos profundizar en las medidas de carácter social que han adoptado los gobiernos del Botànic o la Nau en el ámbito municipal», se reafirma la teniente de alcalde del Ayuntamiento de València.

Por eso, aunque las cifras de voto lleven al desencanto, Gómez está convencida de que la ciudadanía se siente representada por las ideas socialdemócratas, aunque la pérdida de confianza y credibilidad, la crisis económica y de las instituciones la lleva a pensar que a la izquierda «se la penaliza más que a la derecha».

Gómez explica que su generación es fruto de las políticas socialdemócratas de González que permitieron a ciudadanos con pocos recursos tener estudios. «Pero eso ya no es suficiente para mi generación, que da más peso a movimientos sociales, como ha ocurrido en Barcelona con Colau», dice.

Romero se alegra por Sánchez

También hubo tiempo para las primarias, un asunto que desencadenó un cara a cara entre Romero y España. El primero dijo alegrarse del triunfo de Sánchez y reprochó que las élites socialistas han perdido el sentido de la realidad porque ni siquiera han sabido pulsar el estado de ánimo de sus bases, que han expresado su indignación y penalizado que el PSOE regalara el Gobierno a Rajoy a cambio de nada. España, por su parte, proclamó su orgullo de ser socialista.