A falta de unos días para finalizar el verano 2017, Alicante es la única de las tres provincias de la Comunitat Valenciana donde se ha registrado un descenso en el número de incendios: 55 registrados hasta el 31 de agosto, que han calcinado únicamente 34,57 hectáreas, lo que supone un 20 % menos de fuegos que el año anterior y que han ocasionado una tercera parte de hectáreas quemadas con respecto a 2016.

Por su parte, Castelló y València llevan contabilizados una cantidad ligeramente superior (Castelló 45 frente a 39 de 2016, y València 162 frente a 157). En cambio, sí que existe una mejora muy considerable a nivel global el número de hectáreas afectadas, ya que Castelló ha pasado de 1.565,32 en agosto de 2016 a 1.147,68 este año, y València de 3.949,12 a 115,37.

En su conjunto, la Comunitat Valenciana perdió 5.600,09 hectáreas hasta agosto de 2016 y en lo que va de año se han calcinado 1.297,62 hectáreas, según datos facilitados por el Servicio de Prevención de Incendios Forestales de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural.

En lo que va de año 2017, la media de incendios es de unos siete siniestros mensuales, baremo que no se hubiera alcanzado si en mayo, con 15 incendios, y en julio, con 10, no se hubiera declarado esa cifra de fuegos. A pesar de las elevadas temperaturas alcanzadas desde junio -lo que ha supuesto que la alarma de riesgo alto o máximo de incendios haya estado presente en el 64 % de los días de verano-, en junio se dieron 9 siniestros, en julio 10 y en agosto, 6. Este verano, hasta la fecha, no ha habido que lamentar ningún incendio catastrófico como en ocasiones anteriores.

Malas experiencias

Si hacemos un poco de memoria en cuanto a tragedias ambientales, en toda la Comunitat Valenciana, atendiendo a los valores acumulados a 31 de agosto, y dejando a un lado el funesto 2012, que con 416 incendios y 52.896,50 hectáreas copa el deshonroso primer puesto en el escalafón, los peores años han sido 2007 (con 331 incendios y 8.202,18 hectáreas quemadas), 2009 (con 348 y 2.845,80), 2014 (con 415 y 1.307,39) y 2016 (con 265 y 5.599,97).

En 2017 las cifras oscilan por unos márgenes de incendios elevados, aunque, por el contrario, sí está siendo mucho menor la cantidad de hectáreas quemadas.

Causas del descenso

Este descenso en el área de terreno calcinado ha sido calificado de forma positiva por la consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, Elena Cebrián, quien destacó, teniendo en cuenta que no ha acabado la temporada de mayor riesgo de incendios, «de manera genérica, el balance provisional es alentador. Ha habido muchos conatos y pequeños incendios, pero menos que en años anteriores, y la superficie afectada ha sido inferior, sobre todo en la provincia de Alicante».

En cualquier caso, la consellera Cebrián aseguró a este diario que no son «complacientes» con estos datos, «que nos impulsan a seguir adelante con las medidas de prevención. No podemos bajar la guardia, la política de prevención es una política que debe aplicarse todo el año, un trabajo discreto pero continuado».

La integrante del Consell destacó que «la coordinación entre los servicios de vigilancia, que dependen de la Conselleria y se han reforzado, y los de extinción, que dependen de Presidencia, ha permitido atajar el fuego en el primer momento, en la primera o primeras horas. También, que este año hemos reforzado la campaña de divulgación, tanto en los medios de comunicación -a los que se les agradece su colaboración en Stopalfoc- como en las actividades desarrolladas por la Conselleria. De manera especial, las charlas en la interfaz urbano-forestal, dirigidas a vecinos y residentes de urbanizaciones. Todo ese trabajo de divulgación- prosigue la consellera-, la mayor concienciación de la población, así como las actuaciones que se han venido haciendo en el monte, sobre todo para paliar los efectos de los temporales de invierno, contribuye al descenso del número global de incendios y la superficie afectada, si bien la situación es desigual por provincias».

Para Elena Cebrián confluyen diversos factores, «algunos difíciles de controlar, pero sin duda está presente una de las máximas de nuestra política de prevención: lo primero, ir a las causas humanas del fuego. Hay que incidir en la reducción de los comportamientos de riesgo, empezando por el control de las quemas agrícolas, una prohibición que adelantamos a junio, junto a la concienciación en general de todas las personas, usuarios de espacios protegidos, de espacios públicos o de superficie forestal».