La encuesta realizada por InvestGroup para Levante-EMV, correspondiente a la gestión del gobierno municipal, marca un punto de inflexión que se ha interpretado entre los miembros del tripartito como un aviso para navegantes y un claro indicio de que, tras cumplirse la mitad de la legislatura, empieza la particular segunda parte del partido, que suele ser decisiva para ganar o perder unas elecciones que, aunque parecen lejanas (faltan veinte meses, más de un año y medio) sí que empiezan a quedar condicionadas en la intención del electorado por lo que ve en el día a día.
Lo cierto es que, datos en la mano, el gobierno a tres bandas ha sufrido un notable desgaste desde el mes de mayo en los niveles de popularidad. Su primera prueba llegó en octubre de 2016, cuando ya se podía empezar a tener un criterio bien marcado tras un año y unos meses de gestión. El 41,7 por ciento de opiniones positivas se dispararía hasta un 54,7 por ciento en mayo ya de este año. Sin embargo, con la llegada del otoño las opiniones positivas se han desplomado hasta el 35,7 por ciento. Una caída de 19 puntos.
Preocupa tanto el descenso como el hecho, incuestionable, de que las opiniones negativas superan a las positivas en 2,1 puntos (37,8 contra ese 35,7). ¿Qué ha podido pasar? Los descontentos no han aumentado. De hecho, hay menos que en la encuesta de mayo de 2017.
Lo que se ha producido es un notable trasvase de votos entre los que tenían un buen concepto del gobierno de Joan Ribó, que se han marchado al «regular», un concepto que en las encuestas no se considera negativo (es un «aprobado»), pero que supone una clara pérdida de ánimo en pos de la indiferencia. Todo lo que pierde en adhesiones se marcha a esa particular tierra de nadie. Así, si en mayo estaba ese regular en el 5,3%, en octubre se ha pasado al 25,5, más de 20 puntos.
Las opiniones de los portavoces de los grupos del Govern de la Nau extraían varias conclusiones: no les gusta la existencia de polémicas en algunas de las delegaciones -leáse la movilidad o las fiestas- o que entre los ciudadanos se estén consolidando determinadas «verdades», sean o no completamente ciertas. También se reconoce que al gobierno municipal le hace falta algo más que políticas de gestos y dar grandes golpes de timón en forma de iniciativas de gran calado, las que marcan una legislatura.
