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La reserva voluntaria

Civiles en el ejército

La Comunitat Valenciana cuenta con 334 civiles en la Reserva Voluntaria que, de forma puntual, desarrollan su profesión en el Ejército para trabajos específicos que los militares no pueden realizar por falta de formación

Civiles en el ejército

Miguel Casañ y Javier Benito acuden a los Cuarteles de la Alameda con puntualidad castrense. Tienen en común mucho más de lo que imaginan. La misma edad (58 años), un currículo que impresiona y una pasión por el ejército y por la defensa de su país que les llevó a formar parte de las primeras promociones de «reservistas» del Ministerio de Defensa. Ninguno de los dos realizó el servicio militar obligatorio, cuando les tocaba en plena juventud. Uno por excedente de cupo y otro por problemas de visión. Miguel es médico anestesiólogo con plaza en el Hospital Peset. Javier es ingeniero químico y empresario, y acumula varios premios y másteres. Los dos son civiles, pero forman parte del Ejército; y lo dicen con orgullo.

Tienen su profesión, su familia y su trabajo pero lo dejan todo para realizar misiones puntuales. Como mínimo, un mes al año, como máximo, cuatro.

Miguel y Javier son dos de los 334 civiles que conforman la Reserva Voluntaria que el Ministerio de Defensa tiene activada en la Comunitat Valenciana, parte de la población civil especializada que cubre las carencias del Ejército en algunas materias. «Puede haber valencianos activados en otras comunidades autónomas», recalca el jefe de los reservistas en Valencia, el subteniente Jorge Mollá. El personal sanitario es de los más preciados, pero no son los únicos. Cualquiera puede pasar a formar parte de la Reserva Voluntaria. Solo hace falta estar atento a la convocatoria (la próxima saldrá este mes de noviembre y se publica en el Bolentín Oficial del Estado), cumplir los requisitos y cruzar los dedos ya que cada año es más difícil entrar. Y es que mientras en las primeras remesas se incluyeron a casi todos los que se presentaban, en la actualidad se ofertan unas 150 plazas para 10.000 aspirantes de toda españa. Pero difícil no significa imposible. El año pasado se presentaron 64 personas en Valencia y aprobaron 5. En la Comunitat Valenciana, 107 y aprobaron 12. En toda España se presentaron 1.228 y aprobaron 145. De los 334 «reservistas» hay 38 mujeres (el 11%).

Gracias a la Reserva Voluntaria, Miguel no es que haya cumplido un sueño... es que ha cumplido varios. Entre ellos, formar parte de la tripulación del buque Juan Sebastián de Elcano, el barco más representativo y conocido de la Armada en España. «Los médicos somos muy necesarios y yo soy anestesiólogo y médico de familia así que me activan bastante. He viajado a misiones al extranjero y hacemos falta, claro que sí. Yo lo siento como una obligación pero no lo hago obligado, lo disfruto, me llena y me compensa. Lo hago por amor a España, para prestar mis conocimientos porque los reservistas hacemos falta», explica, mientras relata sus experiencias, aventuras increíbles con las que podría escribir un libro, misiones en diferentes países... y la misma sensación a su regreso: la satisfacción de haber cumplido con ese artículo de la Constitución Española que reza «los españoles tienen el derecho y el deber de defender España».

Javier asiente a su lado. Mismas sensaciones y mismas inquietudes en un perfil profesional bien diferente. Él es ingeniero químico y empresario, lo que significa que cada vez que es activado en la Reserva Voluntaria tiene que dejarlo todo atado y bien atado. En el ejército trabaja para la UME (Unidad Militar de Emergencias) y realiza informes de todo tipo. Destaca la «capacidad de sacrificio» como uno de los valores que inculca el Ejército y que «necesita la sociedad». «La valía del honor, el callarse a tiempo, el preocuparse por el compañero... en el Ejército todos somos una misma pieza... ese compañerismo, esa camaradería, solo la he sentido allí; esa capacidad de sacrifico, de esfuerzo, de valor... Estoy orgulloso de formar parte de la Reserva Voluntaria, me parece necesaria, esencial. Y me siento privilegiado», asegura.

Alberto de Santiago no puede acudir a la cita. Es empleado de banca, reservista desde la primera convocatoria de civiles, y quiere relatar su experiencia para poner el foco en uno de los asuntos que más le preocupa: la de desarrollar algún tipo de legislación que los proteja. Y es que, en su caso, y al trabajar para una empresa privada, sólo puede ser reservista un mes al año, el de sus vacaciones. «En Francia, por ejemplo, hay acuerdos entre las grandes compañías y empresas para facilitar la participación en la Reserva Voluntaria porque si uno es funcionario, la Administración lo tiene resuelto -el reservista va en comisión de servicio o pide una excedencia para no tener dos pagadores de la Administración- pero si se trabaja para una empresa... hay inseguridad porque depende de lo flexible que sea ésta, de tener la plaza fija, hay temor a los despidos si te activan demasiado...», asegura.

Pero a Alberto le gustan los retos... y se nota. «Hay mucho desconocimiento de la Reserva Voluntaria y es una magnífica forma de colaborar con tu país porque aporta cualidades como el servicio a los demás, como en cualquier otro tipo de voluntariado. Pero sí, es cierto que tenemos que entender cuál es nuestra misión aquí porque en Francia o Inglaterra los reservistas tienen funciones combativas pero en España es solo para cubrir la formación específica que los militares no tienen. Ahora ya está la reserva creada y hacen falta menos plazas que cuando yo empecé, por eso, las vacantes que salen ahora son muy específicas y lo ideal sería extenderlo un poco más para ir formando a una ´cantera´ de reservistas que rejuveneciera la plantilla», propone.

Eso sí, no hay reserva voluntaria posible sin el respaldo de las familias. Los tres reservistas de este reportaje lo recalcan y agradecen el apoyo de sus parejas e hijos.

Por el bien común

Tanto el gestor del área de Reclutamiento de Valencia, el teniente coronel Juan Delapuerta Cano, como el jefe de Reservistas, el subteniente Jorge Mollá, reconocen que existen pocas plazas cada año para miles de aspirantes, pero animan a todo aquel que lo desee a participar. Ellos también se sienten «orgullosos» de sus reservistas, personas anónimas que dejan a un lado sus intereses personales por el bien del país, por ayudar a su Ejército, por su patria y por su Estado. «Depende de los estudios que tenga el reservista tendrá un grado u otro. Así, con una licenciatura se puede llegar a oficial, con el bachiller o técnico superior a suboficial y con la ESO a soldado o marinero de tropa. El sueldo es diferente en función del grado. Tras salir la convocatoria y presentar la documentación se realiza un baremo para cubrir las plazas. Una vez el aspirante pasa a formar parte de la Reserva Voluntaria debe realizar una formación de 14 días donde se le dan unos conocimientos básicos de formación militar y luego hay otra formación específica que se realiza en el destino donde va a desempeñar su función como reservista», explica el subteniente Mollá.

El teniente coronel Juan Delapuerta recalca: «Tenemos reservistas de todas las profesiones... todo lo que existe en la sociedad civil se refleja en la Reserva Voluntaria. Hay que valorar tanto el deseo de ejercer un tipo de función que no se ha podido desarrollar en la vida civil como el periodo en el que lo ejecuta porque los reservistas son gente cualificada que lo deja todo, perdiendo dinero muchas veces, para ponerse el uniforme y ejercer de médico, abogado, ingeniero o albañil de las fuerza armadas». Como Miguel, Javier o Alberto.

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