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Historia

Viaje al carlismo valenciano

Las diferencias entre tierras de nobles o de realengo, de secano o de regadío, o las rivalidades entre municipios decidieron la presencia de defensores de Carlos María Isidro frente a los liberales en 1833, según una investigación publicada por el Magnànim

Viaje al carlismo valenciano

Imagínense a Adolfo, año 1833, vecino de Utiel y defensor de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, de la monarquía absoluta, del tradicionalismo católico y los intereses de la Iglesia. A pocos kilómetros, en Requena, Francisca, partidaria del liberalismo, de abolir el antiguo régimen y de secularizar la sociedad. ¿Qué ha decantado cada una de las posturas? ¿Qué factores han influido?

Estas y otras cuestiones son las que ha abordado en el libro El carlismo en las comarcas valencianas y el sur de Aragón (1833-1840) Antonio Caridad, investigador y profesor de Geografía e Historia. Se trata de un trabajo editado por el Institut Alfons el Magnànim que aborda por primera vez la Primera Guerra Carlista desde un punto de vista local. Tan local que prácticamente se ha recorrido todas las comarcas valencianas en busca de los retazos de carlismo. Fruto de ese exhaustivo trabajo es, por ejemplo, el mapa que acompaña estas líneas, donde se puede extraer una de las primeras conclusiones a las que llega el autor: el carlismo tuvo mayor peso en zonas rurales, más empobrecidas, y de secano.

"Se trata de comarcas donde la agricultura está en crisis, la artesanía tradicional también. Por contra, el liberalismo es más fuerte en en las zonas más prósperas, con agricultura de regadío donde la crisis se soportó mejor", explica a Levante-EMV el autor. La prosperidad de la zona era clave para decantar la balanza hacia uno u otro bando. "Si hay regadío, es más liberal", añade Caridad. Así, las tierras con más comercio e industria, los más ricos, son los más liberales, mientras que en las zonas rurales el peso de la Iglesia y la monarquía era más evidente (el lema del carlismo, no en vano, era Dios, Patria, Rey).

Otro de los factores a tener en cuenta es el tipo de señorío. Los campesinos eran más liberales porque querían deshacerse de las cargas económicas en las zonas nobiliares. Sin embargo, no lo eran los de tierras de órdenes militares o realengo, donde las cargas señoriales eran escasas. "No había deseo de deshacerse del antiguo régimen porque pagaban menos por sus tierras". El liberalismo, en aquella época, se relacionaba con más impuestos. En las zonas donde hay presencia de nobles pero la economía es favorable, gana la economía y la población se decanta por el liberalismo.

"También estaba el asunto de las rivalidades", explica Caridad. En su recorrido por la Historia de la guerra fraticida se fue encontrando con fenómenos que no entendía, como el caso de Requena y Utiel. "Requena era liberal y Utiel, como era enemiga, se hizo carlista", simplemente por ese hecho. Lo mismo ocurrió con Vinaròs y Benicarló. La primera, con un peso importante de la burguesía, comercial e industria naval, era eminentemente liberal. La vecina Benicarló, carlista. Reseña un episodio en el que los benicarlandos echaron a los vinarossencs de las fiestas de Benicarló al grito de "fora negros (liberales)".

La tradición, pesa

¿Se notan, a día de hoy, las consecuencias de aquella división ideológica? El autor todavía no ha llegado a ese punto de la investigación pero tiene sus hipótesis. "Hay relación entre las zonas donde el carlismo era más fuerte y las zonas en las que actualmente el PP suele ganar las elecciones. Muchos carlistas fueron franquistas y después votaron al PP. En Orihuela esto se ve muy claro. Era una ciudad con un obispo muy conservador y de realengo. No querían acabar con el régimen feudal. Hoy en día es una de las ciudades donde el PP arrasa", relata. Sin embargo, siempre hay excepciones, como la de Morella, de fuerte tradición carlista también y hoy gobernada por el PSPV.

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