«La primera frase que se encuentra en todos los manuales de urbanismo de la última década es que más de la mitad de la gente vive en la ciudad, pero es que ahora con las ciudades entendidas como un elemento estadístico de un espacio donde viven más de 50.000 personas, más de la mitad de la población vive en entornos urbanos», así de contundente se mostraba Ramón Marrades, director del Consorcio València 2007, en la conferencia «Urbanismo y arquitectura para pensar» que cerraba el ciclo «Ciudad y urbanismo» organizada por Levante-EMV y la Universitat de València en el Centre Cultural La Nau, a través del marco Claustre Obert.

Y es que la masificación de personas en territorios atractivos fue una de las cuestiones que se plantearon en una mesa de debate que además de Marrades contaba con Isabel Bolufer, concejala de urbanismo en Xàbia; Elena Azcárraga, arquitecta y paisajista; y José Luis Miralles, profesor del departamento de Urbanismo en la Universitat Politècnica de València.

A pesar de esta idea, los beneficios de los ciudadanos al convivir en un espacio pueden ser positivos por «el intercambio de ideas» puesto que «los entornos densos de intercambio de conocimientos son los que contribuyen al bienestar social», explicó Marrades.

Pero no todo era positivo ya que un aumento de la concentración de habitantes hace que «cambien las reglas del juego, no hay una experiencia histórica para abordar la problemática actual», comentó Miralles para dar paso a la importancia de la sostenibilidad de las ciudades.

«Los ciudadanos consumen la mayor parte de los recursos naturales y producen la casi todos los residuos, vivimos en una burbuja ambiental, cuando explote la población no podrá vivir en las ciudades», expuso el docente. Aún así, para el director del Consorcio València 2007 «lo más interesante que hemos hecho hasta ahora es decidir vivir los unos junto a los otros».

Para entender los retos que se plantean las ciudades actuales cabe recordar lo que pasó urbanísticamente cuando la economía acompañaba. «Ahora que parece que vuelva la bonanza económica hay que saber hacía donde vamos, las reflexiones se tienen que hacer desde la participación ciudadana y no desde los gobernantes», explicó Azcárraga.

El Plan General de Xàbia

En este sentido, Isabel Bolufer puso como ejemplo la modificación del Plan General Estructural de Xàbia donde la propia regidora ha conseguido reducir 7 millones de m2 de suelo urbanizable. «Queremos un plan más conservacionista que cuando se creó el anterior en pleno urbanismo expansionista y depredador de los años 90», contó.

Para ello, el proyecto se sometió a información pública y, tras el periodo de alegaciones, se encuentra en manos de los técnicos. «Los vecinos no participaron en la redacción de los planes pero sí se tuvo en cuenta todas sus ideas», dijo Bolufer que se unió al resto de ponentes al decir que «a todos nos interesa la política de decrecimiento en las ciudades porque una persona quiere estar a gusto y en territorios excesivamente poblados no hay lugar material para construir y ofrecer unos servicios adecuados», concluyó la concejala de Urbanismo.