José Manuel Maza murió el 17 de noviembre en Buenos Aires a causa de una infección de riñón. El entonces Fiscal General del Estado tenía 66 años y su figura había cobrado especial relevancia pública a raíz de las causas abiertas en el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional contra los miembros del cesado Govern catalá y la Mesa del Parlament de Catalunya.

Maza participaba en una reunión internacional de representantes del ministerio público en Argentina. No se encontraba bien, pero no se preocupó. El viernes 17 se desplomó en la recepción del hotel. Fue trasladado de urgencia a un buen hospital privado, donde falleció horas después. Su cuerpo respondió de forma desordenada a una infección, sufrió lo que se llama un choque séptico que le causó la muerte de forma repentina.

El fallecimiento causó cierto estupor, pero el choque séptico es más habitual de lo que parece. Y, si no se atiende rápido, es mortal. La sanidad pública valenciana atendió a 4.601 paciente en 2016 cuyo primer diagnóstico fue sepsis. Algo más de un tercio, 1.382, fallecieron.

Si atendemos al primer o segundo diagnóstico, se atendieron 8.489 pacientes. Una vez más, algo más de un tercio, 2.872, perdieron la vida.

Esperanza Merino, jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Alicante, confirma que «la mortalidad entre los pacientes que sufren un fallo multiorgánico a consecuencia de una infección muy aguda ronda el 30 %».

Las vías de contagio son perfectamente convencionales: aéreas, orales, urinarias. «Podemos llegar a ser infectados por nuestros propios microorganismos, los intestinos, la boca o la piel están repletas de microorganismos protectores que pueden ser fatales si colonizan otros órganos», explica Merino.

El meningococo, la bacteria que provoca la meningitis, se transmite por vía aérea. Y una infección por meningococos puede provocar un desenlace fatal en apenas seis horas.

La rapidez en la atención de la infección es clave para el éxito del tratamiento intensivo que se aplica a los pacientes de sepsis. Merino explica que la sanidad pública desarrolla una campaña denominada Código sepsis, del mismo modo impulsó el Código torácico o el Código ictus, para alertar a la población sobre la importancia de la detección precoz. «Hay seis horas de oro», comenta la experta, «para atender un infarto, un ictus y, del mismo modo, un choque séptico». Los principales síntomas son fiebre, una evidente bajada de tensión -el desmayo que sufrió Maza- y una reducción de la orina.