«Una reforma sin el PSOE es imposible y sin el PP es inviable. Hecha solo por los dos no es posible ni deseable. En consecuencia, no hay posibilidad alguna en este momento de reformar la Constitución». Esta fue la reflexión lanzada desde el público por Antonio Sotillo, especialista en Derecho Mercantil y diputado de las Cortes Generales de 1977 cuya comisión constitucional (en la que el abogado participó) redactó el texto. Este pesimismo o «optimismo concienzudo», en palabras del interviniente, no fue compartido por toda la mesa. Viciano defendió que el consenso es hoy más fácil que en 1978, cuando perseguidos se sentaron junto a perseguidores. No tan optimista se mostró Remedio Sánchez, quien indicó que hace 40 años «teníamos mucho que ganar» y ahora lo que se arriesga es mucho. Para Garrido, todo depende de la voluntad política y sobre todo de los «grandes» partidos porque si ellos pactan arrastran a los demás. Rosario García apeló al «sentido de Estado» de los partidos para hacer factible la reforma y rompió una lanza a favor de los representantes políticos.Durante del debate, también intervinieron estudiantes y ciudadanas preocupadas sobre cómo conectar e implicar a la ciudadanía y cómo blindar los derechos sociales frente a los económicos.