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Estrategia

La Cataluña que incomoda a todos

El soberanismo ha frenado el camino de la normalización entre comunidades vecinas y, excepto para Cs, es un terreno que los partidos prefieren esquivar

La Cataluña que incomoda a todos

Cuando el nuevo gobierno llegó al Palau de la Generalitat hace ya dos años y ocho meses se podría haber aventurado, sin mucho margen de error, una legislatura en la que se normalizarían las relaciones con el vecino del norte. De hecho, el Consell bipartito dio pasos en esta dirección. La reunión que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y su entonces homólogo Carles Puigdemont mantuvieron en València en septiembre de 2016 fue la imagen que certificaba el cambio. Durante más de dos décadas, y salvo excepciones puntuales, las relaciones entre la Comunitat Valenciana y Cataluña estuvieron marcadas por la distancia y el recelo. El PPCV siempre rehuyó un acercamiento a Cataluña, una comunidad que de manera intermitente le permitía azuzar el fantasma del catalanismo. La distancia se fue acrecentando conforme se acentuó el discurso soberanista y entraron en el gobierno fuerzas independentistas.

La evolución del proceso soberanista ha frenado el camino de la normalización de relaciones entre Cataluña y la Comunitat y el panorama actual de máxima incertidumbre jurídica y política hace bastante difícil que la política de estrechar lazos siga adelante. Es más, en estos momentos los principales partidos políticos valencianos, a excepción de Ciudadanos, se sentirían aliviados si el asunto catalán desapareciera de un plumazo de la política nacional.

Cataluña es lo que podría calificarse como un «charco» que es mejor no pisar. Un asunto espinoso, incómodo para los intereses de la política valenciana y sus actores. De hecho, existe una sensación en PSPV, Compromís y el PPCV de que el conflicto catalán por causas diferentes está perjudicando sus expectativas electorales, al tiempo que se han visto obligados a replantearse sus estrategias. Para estos partidos, Cataluña y los problemas de Puigdemont, cuánto más lejos, mejor.

El único partido beneficiado

Hasta este momento el conflicto catalán sólo parece haber beneficiado a Ciudadanos, el partido que mejor ha rentabilizado las medidas adoptadas por el Gobierno de Rajoy para frenar la independencia y el que más se ha reforzado en esta crisis. Los resultados electorales en Cataluña así lo confirmaron y las últimas encuestas auguran al partido de Albert Ribera incluso auguran, a nivel nacional, un sorpaso al PP. Si es cierto que el soberanismo ha despertado el sentimiento españolista de un sector de la población, parece que es C's quien mejor posicionado está para atraer este voto. De rebote, este fortalecimiento ha hecho ganar autoestima a los Ciudadanos de la C. Valenciana, un partido todavía huérfano de liderazgo y sin un proyecto definido, pero que confía en consolidarse e incluso crecer a costa de los populares.

Un repunte del españolismo que preocupa en Presidencia

La deriva soberanista que esta semana ha vuelto a primer plano tras la frustrada investidura de Puigdemont, tampoco es un asunto en el que los socialistas valencianos se encuentren cómodos. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, hizo un sincero esfuerzo para encauzar el diálogo entre el Gobierno catalán y la España de Mariano Rajoy cuando las cosas comenzaron a torcerse. Puig y Puigdemont se vieron en Barcelona en abril de 2017, un encuentro que entonces Presidencia seguía enmarcando en el clima de buen entendimiento entre vecinos.

El apoyo del PSOE a la vía del 155 para frenar la independencia y la huida de Puigdemont a Bélgica obliga a Puig a ponerse de perfil. Su oferta de intermediación carece ya de sentido y sólo su apuesta por una reforma Constitución con acento federalista resulta ya compatible con Ferraz. Cataluña, además, es un problema para el Consell porque este conflicto territorial mantiene paralizado una de sus principales reivindicaciones: la reforma de la financiación autonómica.

Por otro lado, en el Palau de la Generalitat se teme que algunas políticas del Botànic, sobre toda aquellas relacionas con la potenciación del valenciano, puedan alejar el voto más españolista. Según algunas fuentes, el sondeo sobre la situación sociopolítica de la Comunitat Valenciana encargado por Presidencia hace unos meses habría detectado también el repunte del españolismo en la ciudadanía valenciana. En este panorama, iniciativas tales como la introducción del requisito lingüístico en la función pública no se ven apropiadas.

La tensión entre el alma social y la nacionalista

En Compromís el procés catalán es también un problema, incluso más complejo que para sus socios de Gobierno. Una parte de la coalición (el sector del Bloc más nacionalista) se posiciona a favor del independentismo, mientras que otra (Iniciativa) cree que es necesario distanciarse cada vez más y alejarse de Cataluña. La idea es que el procés no dejará visibilizar el problema valenciano y que Compromís debe afianzarse en la izquierda con políticas sociales. Algunos dirigentes incluso creen que sería positivo una suerte de fractura interna que limpiara la coalición de los elementos más radicales. Cataluña ha puesto de relieve la tensión entre las dos almas de Compromís y el conflicto no está resuelto. La líder de Compromís Mónica Oltra enseñó recientemente sus cartas en una conferencia en la que reivindicó el «patriotismo de lo social» frente al de la «banderas».

Un batacazo electoral que obliga a repensar la estrategia

Podemos salió muy trasquilado en las elecciones catalanas. La organización que lidera Antonio Estañ en València respaldó desde el minuto cero a su candidato en Cataluña y ha defendido el derecho a decir del pueblo catalán. Ahora bien, son conscientes de que este discurso no es el que más interesa visualizar en la Comunitat y, como ha ocurrido a nivel nacional, creen que deben ser identificados con la bandera social. Como socios externos del Consell, Podemos intenta apretar las tuercas al Botànic y alejarse del nacionalismo.

Miedo a perder la hegemonía

El batacazo electoral del PP en Cataluña no es extrapolable a la Comunitat Valenciana. El PPCV, hegemónico en tierras valencianas, lo repite como un mantra, pero el temor a que el efecto Arrimadas se alargue en el tiempo está ahí. Los populare de Bonig miran cada vez más de reojo a Ciudadanos, un partido que, denuncia, les «roba» asuntos que hasta ahora sólo llevaban su sello. Ya no son los únicos que denuncian adoctrinamiento o imposiciones lingüísticas. Bonig esta semana ha decidido ir un paso más allá y apelar a lo que calificó como el «radical patriotismo»

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