La estrategia de la gota malaya para hacer visible la pésima situación financiera de la Comunitat Valenciana llevó ayer al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, hasta el despacho del máximo representante del Senado, el popular Pío García Escudero.

El Consell aprobó el 19 de enero pedir la comparecencia de Puig en la comisión general de las comunidades autónomas de la Cámara Alta y, más de un mes después, no ha recibido respuesta. Sigue sin tenerla tras el encuentro con García Escudero, aunque aseguró ayer que la mesa de esta comisión se va a reunir «lo más pronto posible» y fijará un calendario. Es lo que dijo Puig tras su breve encuentro con el presidente del Senado.

La respuesta a la crisis de Cataluña de la institución que constitucionalmente tiene las funciones de la representación territorial ha sido que la comisión de las comunidades autónomas no tiene comparecencias desde el 27 de marzo de 2017, hace casi un año, según la web del Senado. Y la mesa que organiza sus trabajos desde unos días después.

Puig incidió ayer en esa situación. Pidió que se convoque lo más pronto posible la citada comisión para abordar la financiación autonómica y el incumplimiento del compromiso del Gobierno de tener un nuevo modelo en 2017.

Y reclamó que el Senado sea la auténtica cámara territorial. «Nos gustaría que fuera más federalizante, pero hay que aprovechar los instrumentos que existen, como la comisión general de las comunidades autónomas. Es incomprensible que lleve meses sin reunirse. Debería ser mucho más activa. No entendemos que no sea así», dijo tras salir de la reunión.

Puig dejó además una advertencia con resonancias al desafío catalán: «Sería la peor pedagogía posible que a los que seguimos la senda de la Constitución se nos coartara la posibilidad de dar una opinión y motivar debates».

El presidente de la Generalitat insistió asimismo en rechazar una confrontación entre autonomías. «Lo que debe haber un frente común de las comunidades sobre el incumplimiento del Gobierno», señaló.

No obstante, dejó caer que hay quien pretende ese enfrentamiento y apuntó directamente al presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo. Lamentó que este haya criticado «directamente» a la Comunitat Valenciana y respondió que los mismos recursos que Galicia, los valencianos «tendríamos ahora una deuda de 19.000 millones» y no de más de 44.000. Por contra, Galicia tendría un agujero de 45.000 millones con la financiación valenciana, sentenció.

Puig, que destacó que la propuesta valenciana de financiación está pensada para toda España y supondría una mejora general de recursos, subrayó otro de los elementos claves del discurso del Consell: la necesidad de una compensación de la deuda producida por la infrafinanciación desde el año 2000. Rechazó los nominalismos (quita o reestructuración) y explicó que compensar «no significa más deuda para España, sino resituarla en la arquitectura económica española».