José Parrilla, Valencia

Y no fue la única novedad en el día de ayer. La manifestación, convocada por Antifeixistes de l$27Horta, había sido comunicada legalmente y se desarrolló de manera totalmente pacífica, quizá porque lo contrario hubiera cargado de responsabilidad a la persona que firmó el evento en la Delegación del Gobierno.

Reunidos en las Torres de Serranos, y bajo la estrecha vigilancia de un fuerte dispositivo policial, la marcha salió por el río hasta tomar el Parterre, la calle La Paz, San Vicente y la Plaza del Ayuntamiento. Las caras tapadas de algunos participantes hacían pensar que podrían repetirse los graves incidentes de Barcelona, pero no fue así. El reguero de pintadas anarquistas que dejaron por los escaparates de las tiendas pasó prácticamente desapercibido entre el ruido de los tambores y los consignas habituales, entre las que destacaba una: «València será la tumba del feixisme».

Quema de símbolos

Al llegar a la plaza del Ayuntamiento el grupo formó un círculo y quemó el muñeco ahorcado que acompañó de principio a fin a la pancarta de cabecera. En él se simbolizaban todos sus «demonios»: La ley de Extranjería, la «raza blanca», la plataforma de extrema derecha España 2000, en este caso rebautizada como «España 3000», o Democracia Nacional, partidos para los que, al igual que para Alianza Nacional, han pedido su ilegalización inmediata.

Después no hubo ni manifiestos ni consignas. Uno de los cabecillas, megáfono en mano, recordó que «los nazis han estado incordiando durante toda la manifestación», pero pidió a los presentes que se fuera para casa. «Tengamos la fiesta en paz», dijo antes de iniciar la disolución pacífica ante la aliviada mirada de la policía.