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Los inicios de la cooperativa Plaza de toros de Xàtiva

Cumple la plaza de toros de Xàtiva cien años inmersa en la polémica de una costosísima obra de ingeniería que la ha dotado de una techumbre innecesaria, antiestética, y de dudosa utilidad, por la que se han pagado ingentes sumas de dinero, con las que se podrían haber pagado otras cosas mucho más necesarias. La bóveda ha sido bautizada por los setabenses como el platillo volante porque cuando bajan por la carretera de Bixquert, no son conscientes de que se encuentran ante una obra que nos pone a la vanguardia de la modernidad tecnológica, hoy inmersa en proceso judicial por unos intolerables sobrecostes, sino que ven eso, una cubierta que sobresale por las vertientes del ruedo a semejanza de un objeto volador no identificado acabado de aterrizar. Y todo pagado con el dinero de todos, al contrario que antaño, ya que aquella plaza fue costeada únicamente por los aficionados al mundo de toro, y a los que rendimos hoy y en futuras entregas homenaje, y que seguramente se avergonzarían al ver lo que se ha hecho con el coso taurino que tanto les costó construir.

Corría el mes de octubre del año de 1915, cuando en el desaparecido cine del León, ubicado en lo que es hoy una oficina de turismo, situada tras la fuente del mismo nombre , un grupo de setabenses presentó en sociedad la idea de crear una cooperativa para recaudar el dinero necesario y construir una plaza de toros de verdad, fija, y dejarse de las portátiles de madera que los tablajeros setabenses montaban durante las ferias de agosto o cualquier otra fiesta señalada en las aberturas urbanas más importantes, como la Bassa, Seu o Sant Jaume, que por unos días servirían de improvisado ruedo sobre el que alzar el correspondiente armazón en forma de graderío.

Cabe decir que mientras Europa se poblaba de trincheras, España se declaraba neutral en la Primera Guerra Mundial, y se beneficiaba macroeconómicamente de la desgracia ajena con el incremento de sus exportaciones, cosa que en Xàtiva se tradujo en una verdadera revolución urbana, con gran auge de la obra pública, y sobre todo del cooperativismo. Allá donde no llegaban los poderes públicos, llegaba la iniciativa individual de los setabenses en forma de casas, escuelas, jardines, estaciones eléctricas, y plazas de toros. Algunas constituían motivo de orgullo, y otras eran objeto de polémicas y agrias disputas, pero que demostraban que el capital corría a raudales por la ciudad en todas las direcciones, menos para incrementar los salarios de los trabajadores. Al contrario que hoy, donde parece que el capital nacional sólo corre en dirección a paraísos fiscales, y huye también del mundo del trabajo. Así en aquella reunión, una comisión de taurinos formada por Ernesto Sanz, Fernando Bernabé, y el por entonces alcalde Ricardo Bellver, informaba sobre la necesidad de crear una Junta directiva que se encargase de recaudar el dinero para construir una plaza de toros, y lo iban a hacer mediante la emisiones de acciones, suscripciones o participaciones, una vez se contaba ya con un capital inicial de 13.000 pesetas, y el solar para elevarla, en las tierras del señor Rubio, una finca situada a las afueras de Xàtiva, junto a la carretera que conduce a Barxeta. Se comunicaba, además, que pronto se presentaría el avance de un plano realizado por el arquitecto Demetrio Ribes, porque no se quería construir una plaza más, sino una obra de arte, a cargo del arquitecto más puntero del momento, que ya había realizado obras tan importantes como la estación Norte de Valencia.

Acciones a 25 pesetas. Siguiendo la tradición histórica, la misma no tendría afán de lucro, y las recaudaciones de sus corridas se entregarían a las instituciones benéficas de la ciudad, casi todas ellas gestionadas por la iglesia, nombrando por ello como presidente honorario al abad de Xàtiva, aunque su primer presidente efectivo fuera el farmacéutico Joaquín Soler Alfonso. De éxito rotundo se calificó aquella primera convocatoria donde infinidad de nuestros bisabuelos fueron participando de un proyecto, comprando acciones a 25 pesetas, e iniciando una campaña a favor de su construcción a un mes de las elecciones municipales, y que dividió a Xàtiva entre los favorables a ella, que argumentaban bondades de todo tipo, desde el punto de vista económico hasta el psicológico, y los que creían que había otras cosas más importantes para invertir en pro de Xàtiva, como la reforma de la canalización de las aguas potables, para que todos los setabenses pudieran disfrutar de aguas salubres sin contaminación de detritus. Se originó así un fuerte debate entre taurinos y antitaurinos, inmerso en el contexto de la crisis política del tradicional bipartidismo. Un largo periplo que iremos repasando a medida que nos acerquemos a las elecciones del 24 de mayo porque si la historia no se repite, al menos sí que en ocasiones, se parece

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