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De templo casi en ruinas a ermita con albergue y bar

De templo casi en ruinas a ermita con albergue y bar Inauguración de las obras de mejora del templo en 2001. Al lado, una imagen de la ermita en la actualidad.

Junio de 1995. Hay boda en la ermita de Sant Josep de Xàtiva y a lo infrecuente de celebrar una ceremonia nupcial en el deslustrado templo se une que ese día llueve a cántaros. Novia lluviosa, novia dichosa, dicen. Pero en el interior de la ermita hay tantas goteras que más de un invitado critica la pensamentada de casarse en esta iglesia prácticamente en ruinas.

Han pasado veinte años y aunque la ermita tiene aún varios frentes que atender, su estado general no tiene nada que ver con aquél. El empeño del abad de Xàtiva, Arturo Climent, y el apoyo de la Diputación de Valencia en tiempos de Fernando Giner, cristalizaron en un remozado que costó en su día más de 20 millones de las antiguas pesetas. La intervención de Climent en la puesta en valor del patrimonio de la Seu ha abarcado en varios frentes (la misma Seu, Sant Francesc, Palau de l'Ardiaca...) pero en sus 20 años al frente de la Colegiata, ha sido Sant Josep y la casa natal de San Jacinto Castañeda donde la perseverancia personal ha sido más notables, ya que las grandes intervenciones en la Seu o la reapertura al culto de Sant Francesc (con motivo de la Llum de les Imatges) excedían el cometido de la parroquia. Así, el 4 de marzo de 2001 reabría sus puertas tras un año cerrada la emblemática ermita. Las obras costaron 21 millones de pesetas (126.000 euros), las sufragó casi íntegramente la Diputación de Valencia, ya que además hubo una ayuda de las fallas de Xàtiva —que cada 19 de marzo celebran su romería—, del ayuntamiento (unos 6.000 euros) y de la propia parroquia, que editó y vendió 450 láminas conmemorativas.

Un año cerrado al público

Aunque el templo estuvo cerrado al público sólo doce meses, las primeras intervenciones se remontaban a 1997 con la reposición de la techumbre. La restauración del cupulín, el remozado integral de las dos capillas más antiguas, la restitución de piezas dañadas, la acción contra las humedades que asolaban el edificio o la completa renovación de la instalación eléctrica son sólo algunas de las actuaciones. A la reapertura asistió Fernando Giner e intervino el coro de la Escolania de la Seu. La inauguración estuvo acompañada del estreno de un panel cerámico de 1,75 por 2,30 metros imitación al estilo del XVIII dedicada a Santa Bárbara, advocación que se comparte con la de San José. Años después se realzaría la puerta de la Aljama, se colocaría un retablo de Jaume I y se habilitaría un albergue en la casa de los guardeses y un servicio de cafetería.

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