Mi experiencia y madurez son importantes para la renovación política», ha dicho una pletórica Rita Barberá en su primer día como senadora. La frase no tiene desperdicio. Por eso la he traído a colación. Por eso y porque dice mucho del personaje en cuestión. A mí esta mujer cada vez que habla, sea en valenciano o en castellano, me sonroja. No le han salido mal las cosas a la exalcaldesa de Valencia que se va a embolsar una buena cantidad de dinero por no hacer nada, después de dejar el Ayuntamiento de Valencia prácticamente quebrado y con sombras de corrupción por doquier. No sólo sufriremos a la señora Barberá como senadora, sino también como diputada en las Corts Valencianes porque ya ha dicho que quiere compatibilizar ambos cargos.
Son cada vez más los partidos que apuestan por la supresión del Senado como cámara de representación territorial, que sólo sirve para refrendar lo aprobado por el Congreso, si bien la reticencia de los dos partidos mayoritarios: PP y PSOE complica las cosas. Es el retiro dorado de sus señorías. Un plan de jubilación de súper lujo que cualquiera desearía, pero sin tener que poner dinero, que ya se lo ponemos nosotros con nuestros impuestos.
En época de recortes como las vividas, con subida de impuestos que nos han asfixiado, el señor Rajoy tenía que haber empezado por meter la tijera a sus señorías, suprimiendo la cámara baja, pero la mastodóntica Administración del Estado sigue intacta, sin que a los representantes públicos se les haya tocado un euro de sus bolsillos, siguen con los mismos privilegios, mientras que los trabajadores de este país, los que todavía tienen la suerte de conservar su puesto de trabajo han visto reducidas sus nóminas y muchos han perdido sus empleos.
El ahorro que le hubiera originado a las arcas públicas, 52 millones de euros en 2015, hubiera permitido destinar más dinero a políticas sociales como educación o sanidad, sin necesidad de aplicar los recortes tan brutales que han tenido que soportar estas partidas con el Gobierno del PP.
