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palau de la música de valencia

Emanuel Ax (piano). Obras de Chopin y Schumann. 18 de noviembre.

Hace una semana, en la Rodrigo, Emanuel Ax apuntó en Beethoven unas durezas luego veladas por el Emerson en Schumann, pero que en el recital de la Iturbi han reaparecido con toda potencia. Además, se les han añadido más notas pifiadas de lo que podría considerarse accidental y un color mate particularmente inconveniente en el repertorio abordado.

A propósito del repertorio, constituye de entrada un motivo suplementario de reproche que se anuncien las tres Mazurcas op. 50 de Chopin y se interpreten tres diferentes (Op. 59/1, 24/2 y 56/3) sin avisar del cambio. De cualquier modo, no fueron versiones ni mucho menos memorables, sino en la misma línea por la que había discurrido la de la Polonesa-fantasía, op. 61 que las había precedido: tras una introducción con rubato abundante aunque oportunamente administrado, la entrada en la polonesa produjo mala sorpresa, y luego ni al pasaje de los trinos se le sacó todo el partido expresivo posible, ni la construcción del clímax resultó tan clara como habría debido ser.

Tampoco en la segunda parte convencieron las cuatro Mazurcas op. 41 (ofrecidas no en el orden dispuesto por el compositor, sino en el cronológico de su creación, esto es, dejando la primera para el final), ni sobre todo el Andante spianato y gran polonesa brillante, op. 22: la primera parte aún pudo gustar por su moderada calidez, pero en la segunda no hubo excusa para la ausencia, precisamente, de grandeza y brillantez.

Entre los dos tramos ocupados por Chopin, Schumann no salió tan mal parado, lo cual no quiere decir que satisficiera plenamente. A la Fantasía op. 17 le sobraron impurezas de digitación, le faltó una planificación dinámica más acusada (que permitiera al menos distinguir entre piano y fortissimo), y que lo más acertado pareciera la coda del primer movimiento, con su cita de Beethoven, supo a poco. Ahí y en las Piezas de fantasía op. 12, los enganchones tuvieron importancia muy menor por comparación con la traición de que también fueron objeto los dos títulos.

El público aplaudió con intensidad que no pasó de mediana ni siquiera tras el Vals op. 34, nº 2 ofrecido como regalo.