Todo tenor que se precie, de Caruso a Juan Diego Flórez pasando por Pavarotti, ha cantado en más de una ocasión la romanza Una furtiva lágrima. Es el aria principal, muy conocida, de la ópera cómica L'elisir d'amore y demuestra el grado de popularidad de esta ópera de Gaetano Donizetti de 1832, que el Palau de les Arts estrena mañana con una atrevida puesta en escena del joven Damiano Michieletto. El regista veneciano debuta en la sala principal del coliseo tras las experiencias previas en La scala di seta y L'italiana in Algeri. La dirección musical corre a cargo de Omer M. Wellber, en una nueva oportunidad de mostrarse al público antes de asumir (el próximo septiembre) la titularidad de la dirección de la Orquestra de la Comunitat Valenciana (OCV).

Michieletto ha optado por trasladar el amor de Nemorino por Adina a la época actual. Un chiringuito de playa ha sido el escenario escogido, porque "recoge de manera simple las relaciones necesarias del libreto y potencia la diversión y la credibilidad para el público de hoy", explica el director de escena en un comunicado de Les Arts. El primer acto es la playa de día y el segundo, de noche.

Asimismo, el elixir que -como a Isolda con Tristán- ha de hacer que Adina se enamore de Nemorino se convierte ahora en una bebida energética que promete la felicidad. "Es también una metáfora -dice Michieletto- sobre el malestar de los jóvenes que buscan refugio en sustancias químicas para evitar afrontar sus miedos y problemas".

La soprano polaca Aleksandra Kurzak (Adina) encabeza el reparto (el papel lo hará dos días la sevillana Rocío Ignacio) junto con el tenor mexicano Ramón Vargas, que debuta en el Palau de les Arts, pero que tiene ya experiencia en el papel.

Otro de los alicientes del cartel es la presencia del barítono uruguayo -recientemente ha obtenido también la nacionalidad española- Erwin Schrott, uno de los cantantes de moda por su trayectoria al alza, su cuidada imagen y su matrimonio con la gran diva del momento, Anna Netrebko.

El montaje inaugura la colaboración entre Les Arts y el Teatro Real de Madrid, una iniciativa que no se veía con buenos ojos al principio de la andadura del coliseo pero que la crisis y los recortes han impuesto como casi obligatoria. Como coproductor principal, la ópera valenciana es la que estrena la obra.