Veintiuno por ciento de cero es cero». Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional.

„«Yo le he dicho al presidente del Gobierno (Mariano Rajoy) y al ministro de Hacienda (Cristobal Montoro): si esto este verano no está arreglado, casadellibro.com se irá a París, donde el IVA es del 5%». José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta.

„«Si lo que pretendía el Gobierno era hundir el teatro, lo está consiguiendo. En España, sólo en el primer trimestre de este año ha habido un millón menos de espectadores teatrales». Tricicle, compañía teatral.

Son sólo tres ejemplos esquemáticos de recientes declaraciones efectuadas por empresarios y gestores con relación al duro incremento del IVA inyectado a los productos culturales por parte de un Gobierno que sólo sabe aplicar medidas impositivas para intentar cuadrar las cuentas que la propia clase política ha descuadrado. Y al final, conseguirán el objetivo: arrasar lo que ya anda mal desde hace años después de inocular otras medidas correctivas como reducción de subvenciones „algo por otro lado lógico para los tiempos que corren„, EREs en los organismos culturales públicos o reducción/muerte de producciones, funciones o festivales, como ha sucedido esta semana con el de Música de Alicante que financia el propio Gobierno central.

Poco más se puede esperar del ministro de Cultura, José Ignacio Wert, después de haberse aliado con la medida y no haber sabido defender aquello para lo que ha sido nombrado. Wert, sólo por esta posición personal, está para muchos amortizado, como gran parte de la casta política.

¿Para qué queremos un Ministerio de Cultura si lo que está consiguiendo es hundirla? ¿No sería más productivo, ya que todo está liberalizado o en vías de liberalización, suprimir su ministerio y de paso quitarnos de en medio una corte de enchufados, secretarios de Estado, subsecretarios, asesores, directores generales...? Con sus sueldos se podrían tapar muchos agujeros. Total, para lo que tienen que hacer.

Con esta media del IVA lo único que hasta ahora ha demostrado el Gobierno es que la Cultura le produce salpullidos. Le da igual que se cierren teatros públicos o privados „en Valencia los públicos son un chiste y del resto mejor no hablar„, que los cines pierdan espectadores, que las salas pierdan público, que los productores dejen de invertir, que los programadores privados se queden sin el margen de beneficio que les permitía abrir las puertas de sus respectivas salas y que el espectador o el consumidor, por lógica, se decante por la piratería o por alquilarse una película antes que acudir a una sala de exhibición.

Seguramente les da igual, porque dentro de esos privilegios que se autoconceden „ además de dietas, smartphones, tablets o portátiles, entre otras prebendas„ tienen el acceso a los escenarios públicos gratis para ellos y sus amigos, aunque después se duerman en la butaca hasta la hora del canapé, como marca el protocolo.

El cierre de Alta Films es un reciente detalle de que el camino no es acertado. Como lo ha sido la cancelación de giras internacionales, o que la recaudación de las taquillas teatrales hayan descendido aquí, sin ir más lejos, entre un treinta y un cuarenta por ciento desde que entró la medida.

Como si acceder a la cultura que, encima, consideran suya porque se creen que la pagan, fuera un bien de lujo.

Lo triste es comprobar cómo en el resto de países de nuestro entorno, la cultura es considerada un bien de primera necesidad, un complemento de la educación que forma personas, amuebla cerebros, conduce a la libertad y ayuda a formar opinión.

Si como dicen, en tiempos de crisis la cultura es una de las escasas vías que existen para liberar, aunque sea momentáneamente, la cabeza de una sociedad atormentada por las cacicadas políticas y su mediocridad, da para pensar que lo que algunos buscan es también limitar la capacidad del pensamiento crítico.

Ya lo dice la RAE, Cultura es el «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico». Igual se da cuenta Montoro/Wert y, en su particular cruzada recaudatoria, amenaza a la institución con quitarle también la subvención. Son capaces.