¿Recuerda su primera actuación en tierras valencianas?

Ni idea. Lo siento. Hace tiempo que no me contratan por aquí, pero he venido mucho y me sabe mal no hacerlo. La última vez que estuve varios días en un teatro, el primero enviaron cien avisos de bomba. El público no lo he perdido, pero entran cuestiones políticas. Además, hace años que la Administración se ha cargado al empresario privado.

Viene ahora por la Mostra Viva. ¿Tiene nostalgia de aquellos frescos años 80?

Cuando Lluís Miquel me pide algo, cumplo. Creo que se tenía que hacer lo de la Mostra. Pero yo ya no tengo nostalgia; no tengo tiempo. La nostalgia es perder el tiempo. Los jóvenes se han acostumbrado en esta sociedad a vivir solos y no contar con nadie, mucho por los avances técnicos. No lo critico, es así: se está perdiendo la humanidad. Los que entienden dicen que de toda esta miseria saldrá un ser mejor, pero yo no creo que lo vea.

¿Nos hemos hecho todos más conservadores?

No, aunque hay una parte amplia de la población pillada por el sistema y, si no se enfrenta a las fuerzas políticas y policiales, es por miedo a perder el coche y la nevera. Esta crisis es una expresión del capitalismo, que demuestra lo que es. Se puede manifestar un millón de personas y no ocupar el Parlamento ni enfrentarse al poder. Esa es otra característica de este tiempo: la gente no sabe la fuerza que tiene. Yo intento no caer estas trampas, aunque es muy fácil hablar y muy difícil sufrir.

¿Qué queda del espíritu de la Nova Cançó?

Yo no sé si hay un espíritu, el único era el de cantar en catalán, algo no bien visto entonces. Quedamos los que quedamos, pero nunca fue un coro ni un grupo de primos, sino que por suerte cada uno era diferente. Nunca me ha gustado la etiqueta de Nova Cançó, porque la Bossa Nova es un género, pero la Cançó no era nueva. Defiendo la parte artesanal de mi oficio. Se da demasiada importancia a las canciones. Sé que estoy acabado desde el punto de vista de que lo que quería decir ya lo he dicho, pero lo voy repitiendo.

Sorprende su fidelidad a la lengua. ¿No le ha tentado cambiar y vender más?

Hice No pasarán con canciones de las Brigadas Internacionales, pero pienso y me expreso en catalán. Un industrial diría que tengo menos mercado, pero me parieron en Barcelona€

Hoy hay mucha más música en catalán, ¿pero menos comprometida también?

Es un poco el reflejo de las generaciones que tenemos delante. Hay una especie de manera de hacer canciones que no llegan a un grado suprasurrealista pero a la gente le gustan. Yo siempre he defendido, como Ausiàs March

„«puix parla en català veiem què diu»„, mirar qué dicen para ver si me gusta o no, y no me gusta mucho.

Pues esos grupos lideran listas de ventas incluso en España.

Esa parte industrial de los discos se ha perdido. A los industriales les interesaba el dinero, no la música. Es un mundo muy tocado. Los cantantes no vendemos discos, los venden ellos. Yo continúo haciendo, me encierro y luego busco un editor. No me he metido nunca en si vende o no, eso es cosa del industrial.

¿Entiende que no triunfe un movimiento de canción protesta en tiempos tan duros?

Yo lo entiendo bien. Los adelantos técnicos han llevado a la gente a estar sola y si no se quejan es porque no les sale. ¿Que sería fantástico? Sí, y sería fantástica la revolución, pero€

Sigue grabando y cantando aquello de «Si els fills de puta volessin no veuríem mai el sol»€

He hecho una estrofa nueva [sobre la independencia]. ¿Vigente? Claro, es que son cosas de hace 6.000 años, sea la cosa policial, ecológica o la libertad.

¿La independencia la mira entonces con distancia descreída?

No puedo juzgar a un millón de personas que se manifiestan. Lo que lamento es que no ocupen el Parlament o la Generalitat. Ahora está en manos de políticos, lo peor que podía pasar. A ellos les interesa el poder, no la gente. Claro que estoy por la independencia, pero me gustaría una comunidad catalana como la de Uruguay, libertaria, revolucionaria, pero eso no se plantea y para mí es lo más importante. España está ayudando mucho. Me da mucha pena que aún se discuta si el valenciano, el mallorquín o el catalán son lo mismo. Todo es lo mismo, díganle cómo quieran. Pero, en fin, yo soy un artesano y moriré haciendo canciones. Y siempre cantaré. Lo que pase después€

Al Tall se ha marchado.¿Es significativo de este tiempo?

No lo sé. Yo no he contempado nunca la retirada. Aconsejo leer la Historia de la música, para ver que a Beethoven lo perseguían los acreedores. Yo hago canciones, si como pan y cebolla, bien; si puedo comer un trozo de carne, pues mejor.