El monasterio de la Trinidad de Valencia es algo más que un magnífico edificio religioso del siglo XV, el convento más antiguo de la ciudad y el único panteón real en territorio valenciano (están enterradas la reina María de Castilla, fundadora del cenobio, y la infanta María de Aragón, hija de Fernando en Católico). Además de un inmueble muy desconocido, es un contenedor de bienes artísticos únicos. En especial, los bibliográficos, medio centenar de pergaminos, documentos y libros de gran valor. El primero de ellos, el manuscrito de la Vita Christi, de puño y letra de Sor Isabel de Villena, autora fundamental del Segle d'Or valenciano y primera abadesa de la Trinidad.

Este tesoro permanece en la actualidad aparcado en un edificio muerto, después de que las últimas monjas clarisas abandonaran el convento en enero de 2014 debido a su avanzada edad.

El monasterio cuenta con vigilancia «efectiva» durante las 24 horas, pero obviamente nadie atiende la conservación de los manuscritos y los documentos históricos. ¿Quién sabe si hoy, 21 meses después del cierre del edificio, alguno de ellos ha sufrido alguna afectación? Esa situación es la que ayer puso de relieve el Consell Valencià de Cultura (CVC) con un informe favorable a la ampliación de la protección de este monumento nacional desde 1982.

De momento, el Arzobispado de Valencia no respondió ayer a Levante-EMV sobre la custodia y el estado de conservación de este material bibliográfico.

Además del manuscrito de la Vita Christi, entre las paredes de la Trinidad se conserva una primera edición de la obra cumbre de Isabel de Villena, varios pergaminos manuscritos de Jaume Roig (el autor del l'Espill fue médico y constructor del monasterio), diversos cancioneros del siglo XV, una edición princeps también de la Historia del convento de la Trinidad, de Agustí Sales, la bula del papa León X y, entre otros, el Libro de la casa de la Reina, una especie de inventario donde aparecen reflejadas todas las grandes familias de la Valencia del siglo XV, con las limosnas que aportaron para la construcción del cenobio.

El informe aprobado ayer por el CVC es respuesta a una petición de la dirección general de Cultura de la Generalitat del pasado mes de julio con la intención de completar la declaración de bien de interés cultural (BIC) del edificio. La ampliación afecta ahora a los bienes muebles que contiene: fundamentalmente, la colección de manuscritos y libros históricos y, en menor medida, las pinturas que conserva, casi todas datadas a partir del siglo XVII en adelante.

El pronunciamiento del CVC, redactado por Ricardo Bellveser y Jesús Huguet, aprovecha para incidir en la oportunidad de que el monasterio en desuso pase a integrarse con el vecino Museo de Bellas Artes San Pío V.

Esta es una reivindicación que cada vez gana más adeptos. El actual equipo de gobierno municipal y la dirección de la pinacoteca la defienden. En el lado contrario están el Ministerio de Cultura (propietario del museo), que se centra en acabar las obras en este, y el arzobispado, que es partidario de importar religiosas de una orden extranjera.