Incombustible a sus 86 años, a Arturo Fernández la pasión por la interpretación le corre por las venas; casi como un vicio, con permiso de su personaje en Enfrentados, el padre José María.

Con más de 50 años sobre los escenarios y frente a las cámaras, Fernández huye de echarse flores, aunque pueda. «Es que no sé hacer otra cosa», responde cuando se le pregunta sobre la clave de su éxito. Explica orgulloso algo que «poca gente sabe y de lo que yo me enteré hace poco»: «En la historia del teatro en España, y estoy hablando de siglos, nunca ha existido una compañía que esté durante tantos años encima del escenario, como la mía. Ya llevamos 54 años», asegura. Y dice que «no hay secreto». «Solo me gusta mi profesión por encima de todas las cosas».

El veterano actor lamenta, no obstante, la escasez de compañías y autores. «La televisión los acapara como guionistas y no se desarrollan como autores. En todo el mundo hay escasez de autores». «Ahora mismo „lamenta„ no tengo proyectos de comedias, no me han ofrecido nada porque no hay autores. La mayoría son reposiciones de obras de hace 25 o 30 años. Podría echar mano de esas comedias, pero no quiero, no me apetece», lamenta. «Quiero encontrar la comedia que pueda comprarse con esta. No quiero bajar el listón».

De hecho, reivindica la comedia «bien hecha» como «el género más difícil de hacer», dado que requiere ciertas aptitudes y cierta estética que no necesita el drama. «Me quedo asombrado sobre todo viendo a los actores de reparto de las comedias de los años 40 y 50. Ahora se meten las manos en los bolsillos y no las sacan ni para comer». Para Fernández, «había actores de comedia antes que no hay ahora, hay mucha distancia lo siento mucho».

Asegura que esto se debe en parte por la «falta de costumbre» que hay hoy en día. «Un actor se hace arriba de un escenario» pero así como en su época había multitud de estrenos teatrales del género, ahora escasean.

En estos tiempos, considera, los actores tienen interés por salir en televisión para darse a conocer, quizá es la única manera, apunta. Sin embargo, cuando él se inició en el cine, su intención era también darse a conocer para tener «su propia compañía» de teatro. «Era mi ambición», confiesa.