­El sumario del caso Císcar recoge declaraciones de hasta tres empleados del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) que reflejan el ambiente de «temor» en el museo en la etapa de gobierno de Consuelo Císcar (2004-2014). Es la atmósfera que describen también los agentes policiales tras una visita al centro de arte.

El testimonio al grupo de Delincuencia Económica (UDEF) de la Policía Nacional del jefe del departamento de Publicaciones desde la creación del instituto, José Manuel Granell, es especialmente elocuente.

El funcionario relata los cambios en el procedimiento de contratación de publicaciones a partir de la llegada de Císcar y su equipo (el técnico dejó de proponer a las empresas a las que pedir ofertas y esa función pasó a ejercerla el subdirector de Finanzas, Juan Carlos Lledó, hombre de confianza de la exdirectora y vinculado familiarmente a ella) y algunos hechos que considera irregulares, como el precio «desorbitado» para la edición de los Cuadernos del IVAM.

El inspector jefe del grupo le pregunta entonces „así figura en el sumario del caso, sobre el que Levante-EMV está informando desde el pasado domingo„ si su firma, como jefe del departamento, no era necesaria para estos contratos. Efectivamente, responde el técnico, si bien «lo hizo ´presionado´ por el temor» a que tanto la directora [Consuelo Císcar], Lledó «o alguna persona del ente director pudieran tomar represalias» contra él.

Añade entonces el «´ambiente de miedo´ que invadía» el IVAM en esa etapa, que atribuye „y hace extensiva su opinión a la «práctica totalidad» de la plantilla„ a la personalidad de Císcar, «agresiva e intimidatoria».

Eran comunes, relata, «los gritos y arrebatos de violencia en su lenguaje y gestos, llegando a tirar al suelo un ordenador en una ocasión».

La jefa de Gestión Administrativa, Mercedes Lerma, precisa sobre el ambiente que en su departamento era «bueno», pero que «con el paso del tiempo, Císcar solo se relacionaba con su equipo más próximo, cuyos integrantes fueron trasladados a la cuarta planta» (donde está el despacho de dirección).

El jefe de Informática desde 1993, Alberto Mata, aporta los detalles de este movimiento. Declara a la UDEF que el ambiente se fue deteriorando por «el temor» a Císcar, hasta el punto que entre 2007 y 2008 «todo el personal» firmó un escrito pidiéndole un cambio de actitud y medidas de ahorro. Habla de insultos y gritos «habituales», y de que la respuesta de la entonces directora fue el traslado de los directores de área a la cuarta planta, «aislándose».

Los inspectores de la UDEF manifiestan asimismo a la titular del juzgado de instrucción 21, después de que un técnico del IVAM acudiera al grupo a declarar voluntariamente, que tenían intención de recabar más testimonios entre personas vinculadas al museo. Sin embargo, «se están encontrando bastante reticencias» por parte de las personas contactadas «alegando en su mayoría temor a presiones o despidos», explican a la magistrada.

Este último documento es de octubre de 2015, cuando Císcar hacía año y medio que había dejado el IVAM y tampoco estaba ya la mayor parte de su equipo. Pero el temor les sobrevivía. Al menos, a tenor de los comentarios a los agentes de la Policía.