Cada vez que alguien imagina la apariencia y las cualidades de un aficionado al cómic, la mayoría de las veces describe a un varón de más de 35 años, grueso y también aficionado a otros productos culturales asociados al «frikismo», como todo lo relacionado con Star Wars o juegos de mesa interminables. El cómic sufre muchos estereotipos, incluso en Valencia, la ciudad que vio emerger a decenas de autores de viñeta que contaron con una gran repercusión en el sector, como José Sanchis Grau o Manuel Gago, integrantes de la Escuela Valenciana de la primera mitad del siglo XX.

Recuperar el espacio del cómic dentro de la industria editorial ha sido uno de los objetivos de la Asociación del Cómic de Valencia, y a partir de la implicación institucional parece que lo está consiguiendo. «Últimamente ha recibido más atención por parte de las instituciones, pero no nos engañemos. El sector está como está», apunta Ricardo Engra, uno de los organizadores de las Jornadas del Cómic de Valencia que cerró ayer su quinta edición en el Mercado de Tapinería. Algunas de las últimas exposiciones sobre el cómic en Valencia han sido «Prehistoria y cómic», organizada por el Museo de Prehistoria de Valencia y la muestra «VLC. Línea clara» del IVAM, en la que participaron autores como Mique Beltrán.

Tres mil personas pasearon por las instalaciones de Tapinería durante los tres días de exposiciones, mesas redondas y talleres infantiles que hicieron posible la promoción de la compra de este género. Según los organizadores, este objetivo se ha complido esta edición, aunque sin el «frenesí» de años anteriores. «La venta ha ido bien, pero ha habido poca variedad, en general. Esto se ha producido por el efecto llamada que ha causado las buenas ventas de ediciones anteriores, lo que ha atraído a tiendas más comerciales de la ciudad» reconoce el organizador.

La cara y la cruz de la industria

Algunos de los «triunfadores» de esta jornada han sido La casa, de Paco Roca, que va por su tercera edición, Vencedor y vencido de Sento Llobell o El ala rota, de Antonio Altarriba y el dibujante Kim. Algunos de estos autores han visitado la quinta edición de estas jornadas, así como Moderna de Pueblo, Xulia Vicente y Nuria Tamarit, Miguel Quesada o Ángel Muñoz, que han hecho subir el listón de los encuentros de estas jornadas.

«Que un autor venda 1.500 ejemplares es noticia, más allá de Paco Roca. Es curioso que alguien como Sento Llobell tenga que autoeditar sus obras... Eso podría ser una señal de que la industria no va también, pero luego salen y se le acaban. Es contradictorio», reconoce Engra, quien considera que la industria no responde a la calidad surgida a partir de los nuevos historicistas, así como de la vuelta de figuras como Llobell, quien presentó ayer la última entrega de la trilogía sobre el Doctor Pablo Uriel, un soriano que vivió la Guerra Civil, y con quien comparte algo más significativo que tiempo y esfuerzo en su estudio de Sagunt. Pues, Uriel es en realidad su suegro.

«Una de las cosas que me resultó más difícil de hacer fue dejar de lado mi carácter valenciano a la hora de retratar al Doctor Uriel, un hombre castellano serio, calmado... Los valencianos somos lo contrario», afirma entre risas Llobell, quien ya prepara varios proyectos para 2017 tras haber vendido más de 500 copias de las primeras entregas de la biografía de Pablo Uriel. «Como ocurre en todos los sectores, en el cómic está habiendo mucha competencia, por la entrada de nuevos dibujantes e historicistas. Esto te obliga a mantener alta la calidad de tu trabajo. Sin embargo, esto no se traduce en las ventas», explica el autor, quien además señala una cierta sobreproducción de cómic.