Obras de Mendelssohn, Bacarisse y Haydn
Teatro Capitolio de Godella
Isabel Monar (soprano), José Antonio López (barítono), Alberto Guardiola (tenor). Juan Carlos Garvayo (piano), Cuarteto Nelken, Coro Participativo y Ensemble del Festival. Director: Joan Enric Lluna.
Si una música resulta familiar a todo español aunque a pocos su autor, esa es el Concertino para guitarra y orquesta de Salvador Bacarisse (1898-1963). Desde que el 15 de octubre de 1953 Narciso Yepes lo estrenara en el Teatro de los Campos Elíseos de París acompañado por la Orchestre National bajo la dirección de Ataúlfo Argenta, constituye la gran alternativa al Concierto de Aranjuez (1940) de Joaquín Rodrigo como banda sonora de documentales radiofónicos o televisivos sobre España, su historia, su cultura o sus paisajes.
Que la dictadura franquista evitara mencionar a Bacarisse, comunista exiliado en Francia tras la Guerra Civil, se comprende; no que aún se conozca tan poco de su legado. Éste, depositado en la fundación Juan March, incluye en su catálogo (elaborado por Christiane Heine) un Concertino para piano y orquesta de cuerdas, transcripción del Concertino para pequeña orquesta de 1929 realizada en 1954 para nuestro Eduardo López-Chávarri Andújar. Lo estrenaron, en la Ciudad Universitaria de París, Teresa Llacuna y la Orchestre de Chambre Internationale dirigida por Armando Alfonso el 16 de mayo 1958, y en el Ateneo de Valencia lo tocaron Leopoldo Querol y la Orquesta Clásica con Ramón Corell a la batuta el 9 de abril de 1965. El anuncio de que el granadino Juan Carlos Garvayo (Motril, 1969) lo había recuperado y lo iba a presentar en Godella debería haber dejado a una multitud de estudiosos fuera del Capitolio. Su aforo, sin embargo, no se llenó ni de familiares y amigos del Coro Participativo; sí nuevamente de contento la concejala de Cultura: así vamos.
Otra cosa es que el rigor crítico obligue a declarar que la obra es un horrible popurrí de estilemas fallescos y stravinskianos; también que sus intérpretes y los de las otras en programa (primer movimiento del Segundo cuarteto de Mendelssohn y primera parte de La Creación de Haydn) rindieron a un nivel más que aceptable.
