Tras sellar su reconciliación con el territorio donde fue hijo pródigo con una gira, llenar el Principal de Valencia y recibir el abrazo de las instituciones que le dieron la espalda, Raimon se marcha. Lo hace, dice, para evitar la decadencia sobre el escenario y porque anhela la quietud, el anonimato, la lectura. Se irá tras una serie de conciertos en el Palau de la Música de Barcelona, apagando con su retirada una de las últimas voces de la cançó.

Raimon (Xàtiva, 1940), se presentó ayer en el escenario para resumir las razones de su adiós en cuatro palabras: «Quería finire in bellezza». Acabar por todo lo alto, antes de que la voz se marchite y alguien lo perciba y luego se difunda la noticia de que Raimon renquea. En fin, que hace dos años decidió que en 2016 se jubilaba, a pesar de que se encuentra bien de voz e incluso que se llega a gustar en ocasiones, pero pesa más la sensación de que «es mejor dejar un buen recuerdo que no que después piensen ´qué mal estaba´».

A pesar de su afecto al verso, lo cierto es que muchos de los motivos para la retirada son prosaicos. La bohemia de los hoteles ha perdido la batalla, con los años, frente a la infinita comodidad de la casa de uno. «Las cosas que antes te gustaban ahora te molestan, como que la almohada no sea la adecuada», recitaba el cantautor, considerándolo síntoma de que ya ha hecho lo que tenía que hacer. Ahora, Raimon confiesa que solo desea «dejar de ser una persona pública y entrar en la privacidad de las personas» y dedicar su tiempo, «como un pensionista», a lecturas que no ha tenido tiempo de llevar a cabo y discos que no ha podido escuchar, así como a pasear por el puerto, bromeaba. Quizás escriba para otros, deslizó, pero lo que no hará es cumplir con el tópico y escribir sus memorias.

Quizás porque, según explicó, cada vez le cuesta más años escribir sus canciones y que, siendo su último disco de 2011, fácilmente se colocaría con 87 años en su próximo álbum: «No me veo con 86 años yendo por el mundo».

Así que ha decidido, con mucha reflexión previa, despedirse de los escenarios en el Palau de la Música de Barcelona en mayo, prefiriendo este recinto a llenar una o dos veces el Palau Sant Jordi: «Me gustan los recitales y he huido siempre que he podido de los grandes espacios». En esos últimos recitales Raimon buscará, sobre todo, «complacer» al público en la última ocasión que tendrán de escucharle: «Quiero un recital generoso y me gustaría saber qué canciones encuentran imprescindibles», sugirió el músico, avisando de que cada concierto será diferente, por si alguien quiere repetir.

Despedida en solitario

Como buen poeta, Raimon no cerrará un ciclo redondo en el Palau. Su debut allí fue en 1965, si bien lo hizo en compañía de Els Setze Jutges. Dos años después volvería en solitario, 50 años y una Transición antes de despedirse en ese mismo escenario. Para este punto y final, Raimon dice que no piensa en un concierto con colaboradores, que se marchará en solitario en la Barcelona en la que, a su parecer, se convirtió en artista: «Para mí, Barcelona es la ciudad donde me he hecho como profesional». «He tenido una respuesta inmensa a nivel transversal de gente muy distinta», celebró el cantautor, agradeciendo la atención tanto a quienes se han sentido atraídos por su vertiente artística como a quienes se interesaron sus opiniones políticas. En este sentido, recordó que en la Comunitat Valenciana „celebró que haya cambiado la situación en los últimos meses„ no hace tanto que para algunas de sus actuaciones le negaron el alquiler del Teatre Principal, o que en Xàtiva, su casa, le hicieran pagar el alquiler del local donde iba a cantar en 2010.

Desde su debut en el Palau barcelonés, Raimon ha llenado la sala 44 veces, contaba, junto a él, la presidenta del Orfeó Català-Palau de la Música, Mariona Carulla, quien consideró su historia una especie de «autobiografía colectiva» de la historia reciente.

«Me voy amando mi oficio y al público que me ha seguido, y creo que he sido honesto y fiel a mi gente y a mi lengua, que no es hegemónica, pero es la mía y no la he abandonado nunca», se recogió Raimon sobre sus más de cinco décadas en la música. Serán sus últimas palabras antes de escampar sus versos por el escenario y claudicar de una batalla que difícilmente se gana: contra el tiempo y sus mezquindades.