Los 40 años en los que Wences Rambla (Castelló, 1948) ha hecho de «árbitro» entre el cuadro „como campo de juego„ y los elementos pictóricos „los colores, las formas„ que se dirimen en él se resumen en 37 obras. Aunque podrían ser muchas más, evidentemente. Ese, sin embargo, es el número de obras que componen la exposición Wences Rambla. Balance de una trayectoria, que hasta el próximo 30 de abril se puede visitar en la sala Martínez Guerricabeitia del Centre Cultural La Nau.

Cuatro décadas de eclecticismo

La muestra hace un recorrido por las cuatro décadas de actividad del artista valenciano, con obras que van desde los postreros años 60 hasta otras más recientes, como una estampa titulada Illes Columbretes, de 2016. Todas, a pesar de su eclecticismo (van desde el informalismo, pasando por el realismo social y el arte digital) cuentan con el paisajismo y la abstracción geométrica como denominador común.

El propio Rambla presentó ayer esta primera retrospectiva en La Nau „recordó que en 2008 ya se le hizo otra en el Museo de Bellas Artes de Castelló„, junto al comisario Pascual Patuel, también profesor y crítico de arte. Ambos estuvieron acompañados por el vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València, Antonio Ariño; y José Pedro Martínez, director de actividades de la Colección Martínez Guerricabeitia.

«A mi obra siempre le acompañan estructuras geométricas, pero el color, la composición,... son realmente los que se disputan el partido en el terreno de juego de los elementos plásticos, que es el cuadro», dijo Rambla.

Para Patuel, el autor se aleja de la geometría rígida de la abstracción geométrica de principios del siglo XX, motivada por una necesidad de romper los esquemas del realismo tradicional decimonónico, y se apropia de ella haciéndola suya e interiorizándola. «Es más dinámica, más subjetiva, nada ortogónica, más sugerente, menos ortodoxa», afirmó Patuel.

El lenguaje abstracto acompaña a Rambla desde sus inicios, si bien la primera etapa del autor, entre 1968 y 1973, se centró en el naturalismo y la pintura informal. Para ello hace uso de materiales extrapictóricos, como arena, cartón o tierras de diversa procedencia y grosor, dando como resultado un mundo de paisajes.

Hacia 1973, desarrolló una etapa de compromiso, con el realismo social. Criticó la situación política del momento hasta trascender lo local y universalizar la problemática latente. Los temas habituales en este periodo son «la violencia, la opresión y las siempre difíciles relaciones humanas», explica Patuel.

Espacio de creación mental

No fue hasta 1985 cuando Rambla entró de lleno en la abstracción geométrica. Retomó los paisajes de los 70 y el lenguaje abstracto, lo que da como fruto un «paisajismo de talante geométrico». La pintura de este periodo se presenta repleta de grafismos y signos caligráficos. Este paisajismo se vuelve más conceptual a partir de los 90. «Evoluciona hacia un espacio de creación mental, donde la estética y la investigación de los aspectos plásticos de la obra asumen un protagonismo muy evidente», señaló Patuel. Un paisajismo abstracto que, en cambio, hacia 2010, acabó por someter a un «proceso de concreción icónica», característico en su obra hasta hoy.

Las obras que se exponen en La Nau hasta el 30 de abril proceden de coleccionistas privados, del propio artista, así como del Museo de Arte Contemporáneo de Vilafamés, la Universitat Jaume I de Castelló, Fundación Caixa Castelló y el Museo de Bellas Artes de Castelló-Diputación de Castelló. La muestra cuenta con el respaldo de Banco Santander y Heineken España.