Las arenas de Utiel volvieron, un año más en honor a la Virgen de los Remedios, a albergar una corrida de toros. El pausado desfile de las festeras acompañadas de los músicos de la tierra abrieron la plúmbea tarde en una plaza que registró media entrada. Al romper el paseíllo, se guardó un minuto de silencio por Dámaso González, un torero revolucionario al que siempre se le tuvo el respeto que da el valor. Una auténtica leyenda.

Juan José Padilla fue el principal protagonista en Utiel y es innegable que tiene su público. El jerezano cortó tres orejas y se sintió querido. A pesar de que no banderilleó en su primer acto, estuvo entregado en el turno de muleta. El Ciclón hilvanó lo más destacado por el pitón izquierdo y tuvo un final a su manera. Cortó una oreja. En el quinto de la tarde sacó su concepto efectista, puso toda la carne en el asador y cortó las dos orejas.

El rejoneador Sergio Galán también cortó tres apéndices y lidió dos buenos ejemplares de Fermín Bohorquez. Realizó una primera labor sobria y de buen corte donde se vivieron los momentos más ovacionados con el caballo «Tristán». Galán hizo una segunda faena sentida y estética y con el guapo «Bambino» arriesgó y templó. Además, con el lusitano «Apolo» clavó banderillas a dos manos. Mató de rejonazo trasero y la autoridad solo concedió un apéndice.

El valenciano Alberto Gómez demostró ganas con el inválido tercero de la tarde y dio una vuelta al ruedo. El mejor animal de la tarde salió en sexto lugar. Un toro cómodo, con duración y recorrido al que Goméz le cogió el aire por momentos. Lo pasaportó al segundo intento y cortó dos orejas excesivas.

El encierro del Marqués de Quintanar para la lidia a pie fue anovillado y flojo. Salimos de la plaza de Utiel con la esperanza que da el futuro por la vuelta al ruedo de seis niños junto a Padilla.