En descenso. Así salió el Villarreal del Santiago Bernabéu. Con los últimos precedentes nadie esperaba una victoria amarilla en Madrid, aunque los más fieles no podían evitar soñar con un gran encuentro, y porqué no, con un empate ante los blancos. Una ilusión que duró 10 minutos. Justo el tiempo que tardó el Real Madrid en ponerse 2-0 por delante en el marcador, aunque podía ser 3-0 si no fuera porque el árbitro anuló el primer tanto de Sergio Ramos por fuera de juego.

El conjunto de Juan Carlos Garrido, que se queda un poco más en el alambre después de este resultado, salió desangelado al feudo madridista. Sin alma. Sin motivación. Resignado a esperar las acometidas del rival. La defensa se lo puso bastante fácil a los delanteros merengues, y muy difícil a Diego López que las veía venir por todas partes, gracias también a un inspirado Di María, que en la primera mitad dio dos pases de gol y marcó el tercero. Tampoco los laterales del Villarreal le complicaban mucho las llegadas al luso.

Con cuatro centrales en la zaga, el submarino volvió a evidenciar que le faltan dos buenos laterales. Zapata, de carrilero, pierde toda la seguridad defensiva que le caracteriza y además no se incorpora al ataque. Catalá alterna un partido bueno con dos malos. Garrido fue valiente colocando a un doble pivote creativo con Bruno y Borja, a dos delanteros Rossi y Marco Ruben, y en banda a Cani y De Guzmán, pero en cambio no fue lo suficiente para poner a Joan Oriol y Mario, por los laterales. La salida de este último en la segunda mitad, aunque por banda, dio un poco más de aire a l ataque amarillo. Pero las carencias tácticas no justifican la actitud con la que el equipo amarillo saltó al terreno de juego. Una falta de intensidad imperdonable ante el equipo más goleador de la Liga, que pronto sentenció el encuentro.

Tras el gol anulado a Sergio Ramos, a los cuatro minutos Benzemá aprovechó una magnífica asistencia de Di María desde la divisoria para picar por alto la pelota y superar la salida de Diego López. Todo ello ante la mirada atónita de la zaga amarilla, que lejos de evitar el gol fue un mero espectador de la jugada.

El tanto hizo aún más agachar la cabeza a un Villarreal que nunca se creyó superior y se olvidó de sus señas de identidad, renunciando al balón.

El Real Madrid se encontraba como pez en el agua y esta vez fue Kaká, quien tras un aviso previo, sí logro anotar el segundo de la noche con un gran disparo con pie izquierdo desde la frontal. De nuevo fue Di María el autor del último pase.

El Villarreal apenas se acercaba a la portería de Casillas y cuando lo hizo el asistente anuló de forma errónea una jugada con Marco Ruben solo delante del portero. El Villarreal, y sobre todo Diego López seguían aguantando las embestidas del rival, pero nada pudieron hacer tras una jugada perfecta de contragolpe madridista que en tres pases colocó el esférico a Di María que culminó su gran noche con un buen gol de disparo cruzado.

Había pasado media hora y el único objetivo amarillo era evitar una humillante goleada antes del descanso. Y lo consiguió.

La charla de Garrido en el vestuario encendió algo la moral de los amarillos que salieron con otra cara en la segunda mitad. Los de La Plana Baixa empezaron a intentar al menos hacer su juego, procurando aguantar la posesión y crear jugadas por las bandas. La entrada de Camuñas por De Guzmán y de Mario por un lesionado Rossi, la otra mala noticia de la noche, dio frescura al equipo que se mostró más atrevido en ataque. Incluso el lateral, que en esta ocasión jugó por banda puso en apuros a Casillas.

La entrada de Senna también dio algo más de cordura al submarino en el centro del campo, que fue en el tramo final cuando se mostró más competitivo y se hizo con la posesión del esférico, con un Real Madrid conformista que se dedicó a esperar algún error amarillo para poder armar una buena contra.

Una lástima que el Villarreal quisiera llevarse los tres puntos cuando iba perdiendo 3-0 y no desde el minuto uno. Lo que empezó pareciendo una humillación de los amarillos en el Bernabéu, acabó siendo uno más de los duelos frente al Madrid, al que nunca ha podido vencer en su feudo.

De nuevo una derrota a domicilio, que coloca al submarino amarillo en puestos de descenso y le pone directamente la soga al cuello a su entrenador, Juan Carlos Garrido, que se la juega el próximo sábado en casa ante el Rayo Vallecano, donde sólo está permitido ganar.