Tiene una casa espectacular en l'Olleria y entre sus automóviles figura un Ferrari. Pero Juan Vidal, propietario del emporio de distribución que lleva su apellido, no es ni un hombre ostentoso ni un amante de la exposición en público. Al estilo del emperador del textil Amancio Ortega (Zara), Vidal es una persona de costumbres relativamente austeras y un considerable enemigo de la vida pública. Recientemente, a la firma de un acuerdo entre su empresa y la Diputación de Valencia para que sus supermercados regale mercancía a los bancos de alimentos, ni siquiera se presentó. "Los trajeados y los engominados son algunos de los que trabajan para él, pero no él", dicen quienes le conocen.

De Vidal apenas hay fotos en los archivos periodísticos. Tampoco entrevistas. Casi nadie recuerda una intervención suya en público. Pero en el día a día en su pueblo o en los trinquets la figura de Vidal ya no es tan fantasmagórica: es uno más. Acude prácticamente a diario al bar Pau, donde no le hace ascos a una partidita, y es uno de los más enfervorecidos aficionados a la pilota. Patrocina campeonatos -ahora mismo está en marcha el VI Trofeo Vidal-, apoya a jugadores y, sobre todo, disfruta con el juego. Verle sentado en Guadassuar o Bellreguard es de los más habitual. No hay duda de que la pilota le apasiona, es una aficionado indiscutible a este deporte. Quizá por ello el trinquet es uno de los pocos espacios donde posa para la foto o entrega algún trofeo. Ahí es donde disfruta de verdad, aseguran.

Pero Vidal también nota la crisis y su modelo de expansión imparable ya no es el que era. Sin ir más lejos, esta misma semana ha trascendido que se desprende de doce de sus supermercados (entre ellos los de Ontinyent, Cullera, Alcoi o Xàtiva) y que su colosal centro de distribución -una instalación junto a la autovía de grandes proporciones y un coste de 70 millones, de los que ya ha desembolsado unos 45 millones- sigue construyéndose a ritmo lento. Las últimas ventas de establecimientos han supuesto reforzar su red distribución con la incorporación de Consum a su cartera de clientes. Tal como reveló este diario en diciembre, Vidal pasa por unas dificultades financieras más que considerables que se sustancian en una deuda tras finalizar el ejercicio de 2008 de más de 168 millones de euros. Un pesado lastre.

Es muy difícil saber hasta qué punto Vidal está en primera línea o si su desvinculación es cada vez mayor y las decisiones grandes ya las toman otros. Lo que es indiscutible es que la firma es suya, y que la impronta de un negocio tan personal se nota en una cosa: el jefe siempre tiene la última palabra. Pero la empresa con sede en Beneixida -también junto a la Autovía- es ya un gigante de tales proporciones que Vidal, de 69 años, es imposible que controle los entresijos financieros o que marque la pauta comercial. Se sabe, además, que desde hace un lustro se ha desatado en él otra afición: comprar tierras. Está amasando ingentes cantidades de terreno en la Ribera para producir naranjas y caquis. Y aseguran que visitar la huerta le gusta ya más que el despacho.

Su hijo, el auténtico artífice

Pero para hablar del despegue de Vidal hay que, paradójicamente, hablar de su hijo -de uno de sus dos hijos- y no de sus antecesores. Y es que a finales de los noventa, un accidente de tráfico truncaba la vida del auténtico artífice de lo que luego sería Vidal. El hijo, de veintitantos años, había encontrado la gallina de los huevos de oro en la importación de todo tipo de mercancía de bajo coste: todo aquello que poblaba las estantería de los entonces célebres todo a cien. A la puerta de la nave de Beneixida, una estatua con una llama perpetua -posee un mecanismo que impide que se apague nunca- recuerda a la figura del inventor de Vidal. Además de ese recuerdo, Juan Vidal pensó que la mejor manera de proseguir su legado era precisamente continuar el negocio y hacerlo con esa misma ambición. Dicho y hecho.

El gran salto -enorme- vendría en el año 2000. Vidal pasa de distribuidor a vendedor y crea la red Vidal Tiendas de supermercados. En la actualidad, la cadena cuenta 36 establecimientos en Valencia y Alicante, más uno en Almansa (Albacete). Peros esa red tan sólida se está descosiendo un poco.

La firma considera una operación más la venta de doce de sus tiendas

Este diario adelantó en diciembre lo que pocos meses después se ha confirmado: que Vidal, en aras a refinanciar el pesado lastre de su deuda, iba a desprender de algunos de sus establecimientos. La firma ha tratado de dar apariencia de normalidad a esas desinversiones, pero lo cierto es que Consum acaba de anotarse doce tiendas. Vidal Europa nace en los primeros ochenta como importador y distrubuidor de mercancía relacionada con el hogar y la decoración procedente de Asia. Sus momentos de mayor expansión se producen en la última década. De hecho, el salto a la alimentación convierte a la firma en uno de los buques insignia de la economía de la zona, con un volumen de negocio de 243,4 millones de euros en 2008 y un beneficio de 2,9 millones. Pero la gigantesca inversión de Alberic -la planta mide 160.000 metros cuadrados- y una deuda global de 168,3 millones, de los que 112 son a corto plazo, han llevado a Vidal a empequeñecer sus horizontes y afrontar otra realidad.