Consumada la catástrofe, las opciones de futuro del Banco de Valencia básicamente se resumen en dos, a estas alturas, y ninguna de ellas es buena para su supervivencia. Hablamos del FROB y de otra entidad financiera. Queda una tercera, claro, que es la resolución de sus problemas a través del Banco Financiero y de Ahorros, matriz de Bankia, que gestiona la histórica institución a través de los hombres de Bancaja (39 %). El problema es que la entidad presidida por Rodrigo Rato tiene sus propios problemas de recapitalización —necesita 1.140 millones antes de junio de 2012— y no parece dispuesta a hacer un esfuerzo que ponga en entredicho su solvencia. Rato parece dispuesto a quitarse de encima el «problema» valenciano, es decir, una entidad pequeña, que no aporta nada al balance y que no hace otra cosa que ensuciar la imagen de Bankia vinculándola al negocio inmobiliario y la mala gestión. Así que el presidente de la entidad ha vuelto esta semana a ponerla en el mercado con la intención de que se haga cargo de ella otra entidad financiera. Los bancos y cajas que pujan por la CAM, con una mención especial para el Sabadell, parecen firmes candidatos, pero habrá que ver finalmente cuál es la magnitud del agujero contable y las garantías que ofrece el Banco de España, es decir cómo de saneado dejan al Banco de Valencia el supervisor y su actual accionista de referencia. Si esta opción finalmente no triunfa, sería el dinero público del FROB el que se hiciera cargo de la entidad, como ha hecho con Unnim, CatalunyaCaixa o Novacaixagalicia. La participación de los actuales accionistas se diluiría de una forma muy acusada, pudiendo llegar a ser testimonial. Los administradores del FROB se harían cargo de la gestión y prepararían a la entidad para una posterior subasta que la dejaría en manos de otros bancos.