CaixaBank se convirtió ayer en el nuevo propietario del Banco de Valencia, la entidad que fue filial de Bancaja desde 1994 y que hace justo un año, concretamente, el 21 de noviembre de 2011, acabó intervenida por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). La operación final parece un calco del "regalo" que el Banco de España hizo al Sabadell cuando le adjudicó la CAM el pasado mes de diciembre.

Así, la entidad catalana pagará un euro por el Banco de Valencia después de que el citado fondo, con recursos públicos, suscriba un aumento de capital por importe de 4.500 millones de euros que tiene por objetivo sanear definitivamente la entidad. Esta cifra está muy por encima de los 3.462 millones en que la consultora Oliver Wyman cifró las necesidades de capital del Banco de Valencia. Asimismo y dado que el FROB ya inyectó el pasado mayo mil millones en la entidad, el coste de la operación para los ciudadanos ascenderá, de momento, a 5.500 millones. Pero en un futuro podría aumentar esa cantidad, dado que el acuerdo incluye un Esquema de Protección de Activos (EPA) mediante el cual el FROB asumirá, durante un plazo de 10 años, el 72,5 % de las pérdidas que experimenten la cartera de pymes/autónomos y de "riesgos contingentes (avales) del Banco de Valencia una vez aplicadas las provisiones ya existentes en dichos activos". El 27,5 % restante correrá a cargo de la entidad catalana.

La institución financiera explicó anoche en un hecho relevante remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que, previamente a la inyección de los citados 4.500 millones por parte del FROB, los actuales accionistas, que tienen un 9 % de la entidad -incluido cerca de un 3 % que corresponde a su antigua matriz, Bankia-, "habrán soportado las pérdidas a que haya lugar por, entre otras, los saneamientos al riesgo inmobiliario exigidos en la normativa" vigente. Así las cosas, formalizada la compraventa del banco, CaixaBank estima que pasará a tener una participación próxima al 99% de la entidad valenciana "y, en cualquier caso, no inferior al 90 %, incluso en el supuesto de que hubiese un elevado grado de participación de los accionistas minoritarios en el aumento de capital". Fuentes financieras consultadas por este diario aseguraron al respecto que la institución catalana ya realizó ofertas a los accionistas en otros procesos de fusión protagonizados por ella, como el reciente por el que se quedó con Banca Cívica, integrada por Caja Navarra, Caja Sol, Caja Burgos y Caja Canarias. Por tanto, es de esperar que encuentre fórmulas para evitar que los pequeños accionistas pierdan el escaso patrimonio que les queda en el banco después de la ampliación de capital de mayo en la que el FROB inyectó en solitario los mil millones que le dieron el control del 91 % de la entidad. Ayer, los títulos experimentaron una subida del 12,50 % y cerraron en 0,18 euros.

La medida, de consumarse, es relevante, en tanto en cuanto esos accionistas son clientes tradicionales del banco y, tal como han expresado reiteradamente los empresarios, al nuevo dueño del banco no le interesará tener enfadada a una parte importante de su clientela. El acuerdo anunciado ayer contempla la "realización de acciones de gestión de instrumentos híbridos, incluyendo participaciones preferentes y deuda subordinada teniendo en cuenta los criterios establecidos en el artículo 45 de la Ley 9/2012", de donde se resolverá qué sucede con las inversiones en este tipo de productos que en su día hicieron los clientes. La entidad catalana no pudo aclararlo ayer, si bien las instrucciones de Bruselas van en la línea de que bonistas y accionistas sean de los primeros en hacerse cargo de las pérdidas en entidades que van a recibir dinero público.

Además de que el acuerdo está sujeto a la aprobación por parte de los reguladores y a que se complete "satisfactoriamente" el proceso de due dilligence, que ha sido muy precipitado en este caso por las urgencias de cerrar la operación antes de que la Comisión Europea se pronuncie hoy sobre el plan de recapitalización de la entidad, se producirá el traspaso al banco malo de activos inmobiliarios tóxicos, tal como sucederá con otras nacionalizadas. Algunas fuentes apuntan que en volumen podría tratarse de unos 6.000 millones, frente a los 20.704 en activos totales que tiene el banco. Este anunció ayer que el Banco de España le ha concedido "una provisión especial de liquidez" después de que el Banco Central Europeo (BCE) retirara a la entidad su condición de contrapartida en el sistema financiero europeo, que no recuperará hasta que se examine su plan de viabilidad.

CaixaBank espera que la transacción esté finalizada en el primer trimestre del año que viene. La entidad catalana, según explicaron ayer a este diario fuentes oficiales de la misma, tendrá que elaborar un plan estratégico en el que se dilucidarán algunas de las cuestiones sobre las que ahora no hay respuesta: ¿Habrá, como temen los sindicatos, un nuevo ERE tras el reciente en el que se ha despedido a 360 personas? ¿Cuántas oficinas se cerrarán para evitar duplicidades? ¿Se mantendrá la marca Banco de Valencia? ¿Qué sucederá con las participadas, incluida Aguas de Valencia? ¿Fluirá el crédito a los empresarios, como piden los patronos? Las respuestas pueden no ser muy halagüeñas si tenemos en cuenta que el FROB, en su comunicado de ayer, habla claramente de que se trata de un "proceso de resolución ordenada", lo que equivale a una liquidación encubierta, que era el destino que le tenían reservado al Banco de Valencia el Gobierno y Bruselas.

Un informe de Nomura que establecía que la liquidación -10.500 millones- sería más costosa que una venta como la que se ha cerrado cambió el panorama y precipitó el escenario actual. Sin embargo, en los últimos días se ha hecho hincapié en que a La Caixa sólo le interesan determinados activos del Banco de Valencia, ni siquiera la red de oficinas al completo.

Un ahorro de costes de 85 millones

CaixaBank va a comprar por un euro una entidad cuya cartera de clientes asciende a los 400.000. De ellos, 49.000 son empresas, principalmente pymes, que es uno de los mercados que más ambiciona la catalana, que, así, aumenta su capacidad para competir en el mercado valenciano con dos de sus grandes oponentes: Bankia que lleva en sus entrañas el negocio de Bancaja, y el también catalán Sabadell, adjudicatario de la CAM. Tras los recientes cierres anunciados (67), la red de oficinas del banco se sitúa en 360, mientras que su plantilla roza los 1.800 después del ERE que ha afectado a 360 empleados. CaixaBank asegura que su core capital superará el 11 % tras cerrar esta compra, que le supondrán unos costes de reestructuración brutos de 233 millones, aunque el ahorro estimado para 2014 será de 85 millones.