Se protesta permanentemente que no existe cultura de mediación como alternativa a la resolución de conflictos judiciales, y a la vez persiste la continuada queja en la pérdida de confianza en el sistema judicial por la sobresaturación del mismo, y la excesiva lentitud y tardanza en sus resoluciones.

Aún sin dejar de reconocer la realidad de estas afirmaciones, los valencianos contamos con una muestra y ejemplo de un modelo perfecto de mediación en El Tribunal de Les Aigües. Organización que hemos heredado desde los tiempos de Al-Andalus, continuada y perfeccionada con la conquista del Reino de Valencia por el Rey D. Jaime, y que además, ha sido reconocida como la más antigua institución de justicia existente en Europa.

Como sabemos, la organización de los riegos se hace a través de esta institución que cuida de la administración del agua y de la observancia de las normas y reglas consuetudinarias logradas y mantenidas con la sabiduría y experiencia de los hombres de la huerta.

La reflexión que deseo compartir con el lector es el porqué del éxito de esta institución y de su pervivencia en el tiempo, en la medida que pueden servir de ejemplo y modelo a seguir en la implantación de la mediación.

Los principios de oralidad, concentración, rapidez y economía que rigen su funcionamiento son, sin duda, factores determinantes de un modelo ágil en la resolución de conflictos. Unido a la autoridad moral que se ha ganado con el tiempo y que se le otorga y reconoce al Tribunal.

La Junta administradora, al igual que su síndico-presidente, son elegidos democráticamente de entre los miembros de la comunidad, que deciden y designan a las personas más honestas y justas para el cumplimiento de su deber. Aun siendo legos y personas sin formación jurídica, son perfectos conocedoras de unas ordenanzas que dominan a la perfección y que constituyen „en palabras de V. Giner Boira„ el corpus jurídico por el que se rige cada una de las comunidades de acequia.

Nunca ha sido necesario acudir a la jurisdicción ordinaria para el cumplimiento de ninguna de sus decisiones.

La honradez y la lealtad a dicha institución es el principal valor de sus síndicos, personas de bien, cultivadores directos de sus tierras y con reconocida y merecida fama de hombres honrados. Que provistos de su blusón, que llevan con igual dignidad que la toga un magistrado, buscan la solución justa, descartando la tramposa; muestran transparencia, honestidad y justo equilibrio en sus posicionamientos y, a su vez, son fuertes y eficaces ante las hostilidades. Lo que les otorga la plena confianza en la salvaguarda de los derechos de los regantes.

Tribunal que sigue mediando y solventando conflictos en su reunión semanal, en el lugar de siempre, al lado derecho de la gótica Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia. Y que hoy, con motivo del Día Internacional de la Mediación, conviene recordar y ensalzar también al hilo de momentos como los que vivimos, en que son continuos los ataques, reproches y castigos que ponen en duda los valores de este pueblo, que contrariamente ha sabido preservar una institución, muestra paradigmática de la conciliación pero también de la personalidad y honradez que conforman nuestra forma de ser. Por eso : ¡ calle vosté y parle vosté!